Análisis

El factor Catar

Si algún candidato ofrece un patrocinio parecido con una empresa neutra podría dar un golpe electoral

ERNEST FOLCH

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¿Unas elecciones a la presidencia del Barça sin hablar de fútbol? El milagro ha sido posible gracias a la sanción de la FIFA, y a pesar de que el castigo se levanta en enero, no es lo mismo, ni para la afición ni para los jugadores sondeados, anunciar un fichaje a tantos meses vista. Dicho de otra manera: Pogba no decantará ninguna balanza electoral. Y ni que sea por la fuerza, en el centro del debate habrá necesariamente cuestiones institucionales que normalmente están en un segundo término. Y si salimos del terreno de juego no hay tema más peliagudo que el del patrocinio de Catar.

Aquello que en su día fue presentado como una institución bondadosa llamada Qatar Foundation mutó más adelante en un comercial Qatar Airways, que no ha podido disimular las sombras que se ciernen sobre ella. La inquietud ha ido creciendo en la misma medida en que crecían las pruebas de la vinculación de Catar con el Estado Islámico: hace algunas semanas, el ministro de exteriores alemán la expuso de manera pública y confirmó un temor extendido. El resultado es que el Barça podría llevar en su camiseta, por un puñado de euros, un espónsor del terrorismo internacional.

Todo esto se suma al hecho que el susodicho país no es tampoco precisamente un campeón de los derechos humanos, como demuestra el hecho de que para construir sus estadios de fútbol mueren decenas de auténticos esclavos cada año, como ha denunciado Amnistía Internacional. La guinda del pastel ha sido la trama de sobornos en la grotesca designación del mundial de Catar 2020, que nos confirma que todo lo que tocan los petrodólares se acaba manchando.

Pero la esponsorización de Qatar no sólo inquieta por razones ideológicas sino también institucionales, y ahora que llega la campaña electoral será el momento de responder muchas preguntas pendientes: ¿Por qué no se sometió el patrocinio a un concurso transparente, donde el socio pudiera contrastar la propuesta de Catar con otras ofertas? ¿Por qué el emirato ofrece de repente un patrocinio tan elevado? ¿Quiere decir que lo que pagaban hasta ahora estaba por debajo del precio de mercado? ¿Cuál es el recorrido exacto de un patrocinio que abarca desde el túnel de vestuarios hasta las gradas y equipaciones de segundo uso? De la misma forma que se cambió de Qatar Foundation a Qatar Airways, ¿se podría volver a cambiar unilateralmente de empresa patrocinadora?

Ante tantas dudas, parece claro que si alguno de los candidatos ofrece un patrocinio parecido con una empresa neutra y sin connotaciones políticas podría dar un golpe electoral. Lo cierto es que el presidente saliente Bartomeu se ha quedado totalmente solo en su respaldo a Catar y ha dejado vía libre para que también en este tema se alíen todos contra él. De fondo, para rematarlo, aguarda el Unicef, uno de los beneficiados o perjudicados laterales de todo este embrollo.

Queda claro: en unas elecciones sin fútbol, atención al factor Catar.