pequeño observatorio

El éxito del autobús turístico

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JOSEP MARIA Espinàs

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No sé cómo funciona el servicio de los autobuses turísticos en Barcelona, pero todo lleva a pensar que cada vez tiene más aceptación entre los visitantes de la ciudad. En realidad, el éxito parece doble: por un lado, hay más autobuses y, por otro, se alarga la temporada turística. El enemigo principal de este servicio es la lluvia, pero, aunque el mal día no favorezca la clientela, no he dejado de ver cómo los autobuses turísticos iban pasando.

No hace muchos años, creo, este servicio era una rareza en la ciudad. La aparición del primer bus turístico por las calles de Barcelona fue una novedad que nos emparentaba con otras grandes ciudades europeas con una larga tradición turística. Yo los había visto en Londres, en París, en Viena, y me parecían una señal de la atracción que algunas ciudades tienen para los extranjeros. Ahora, la atracción ha explotado aquí. Y no solo para los forasteros, aunque sean mayoría, sino también para algunos barceloneses, que han elegido este servicio municipal para poder conocer algunos monumentos y lugares de la ciudad que no habían visto nunca, o que quizá ya no recordaban muy bien. En relativamente poco tiempo el autobús les permite ir cómodamente de norte a sur y de este a oeste de la ciudad.

Veo que hay autobuses que llevan precisamente este indicador: ruta este o ruta oeste. Qué dilema para el visitante. ¿Qué media Barcelona elijo? ¿Puede verse el parque Güell en el mismo viaje en el que puede visitarse el Museu del Barça?

En cualquier caso, el éxito es indiscutible. Con frecuencia, yo espero que pase un autobús de línea en la parada de la calle de Muntaner, y antes de que llegue el que tengo que coger veo pasar a dos o tres de esos enormes autobuses rojos llenos de gente, y los turistas que van en el piso de arriba no paran de girar la cabeza a la derecha o a la izquierda, quizá siguiendo atentamente las indicaciones del guía.

Existen paradas estratégicas, que permiten a los clientes del autobús estirar las piernas, admirar algún monumento y tomar fotografías. Nunca se habían hecho tantas fotos del edificio de la Pedrera.

Lo que más me intriga –y no lo sé– es lo que hacen esos turistas cuando no van con el bus turístico. ¿Dan Barcelona por vista y conocida? Supongo que pasean por La Rambla, por el Portal de l'Àngel, por el paseo de Gràcia. Y también por el Barri Gòtic. Espero que algunos de ellos piensen que una ciudad es algo más que monumentos y tiendas.