Juicio del 9-N

El Estado de derecho en pantalla doble

Las imágenes en paralelo del interior y del exterior de la sala son la síntesis informativa de dos realidades y de dos discursos

television programas especial 9-N Artur Mas Joana Ortega y Irene Rigau 20170212

television programas especial 9-N Artur Mas Joana Ortega y Irene Rigau 20170212 / El Periodico

JORDI MERCADER

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La pantalla partida utilizada por TV-3 durante la mayor parte de la retransmisión de la primera jornada del juicio oral por el 9-N, ofreciendo en paralelo la imagen del interior de la sala y la de la concentración de apoyo del exterior, es la síntesis informativa de dos realidades y de dos discursos. Hace algún tiempo que aquí vivimos en una doble pantalla. En cada una domina aparentemente una legalidad, una democracia, una legitimidad y un lenguaje diferentes. En pocas ocasiones como ayer puede sobreponerse la una con la otra para ver qué pasa, para intentar responder a un interrogante sensacional: ¿puede existir la democracia sin respetar el Estado de derecho democrático?

En cuanto Mas, Ortega y Rigau traspasaron las puertas del TSJC, dejando atrás a los miles de concentrados con sus banderas y consignas, la respuesta quedó clara. De hecho, ya la avanzó el juez de Badalona hace unos días: una cosa son las 'performances' y otra muy diferente las desobediencias jurídicas. Una cosa son los proyectos políticos con sus discursos y otra las ventajas del Estado de derecho al que nadie está dispuesto a renunciar, incluso quienes lo niegan para sustentar sus objetivos, porque saben perfectamente de sus garantías y esperan de ellas una declaración de inocencia.

LA "DEMOCRACIA SANA"

En la calle, la multitud se expresa, en el ejercicio de una "democracia sana", inventada por el presidente Puigdemont de buena mañanaPuigdemont, frente a un Estado español de democracia enferma, se supone, que pretende un juicio político por poner las urnas contra el expresidente Artur Mas y dos de sus 'exconselleres' y por elevación contra todo el pueblo catalán.

En cuanto empieza la vista, los acusados se abrazan al Estado de derecho, dirigidos por las preguntas de sus abogados que no hablan de lecciones de democracia ni de repúblicas catalanas sino de defectos formales en la tramitación de la notificación del Tribunal Constitucional para demostrar que sus clientes aceptaron la prohibición de la primera consulta, pero no fueron advertidos correctamente de las consecuencias de incentivar el proceso participativo.

LA SOLEDAD DE MAS

Según se dijo dentro de la sala, entre el 4 y el 9 de noviembre del 2014, Artur Mas, más solo que nunca, abandonado por muchos de los que le habían acompañado hasta el paseo de Lluís Companys a los que aludió sin citarlos por su nombre, ideó el proceso participativo para intentar dar satisfacción al mandato del Parlament de convocar una consulta que no podría ser, al no querer el entonces presidente desobedecer al TC, ni estar en su ánimo la comisión de ningún delito.

La famosa astucia convertida en el aprovechamiento de los defectos de forma en la notificación de prohibición; lo que le animó a creer que podía seguir incentivando la celebración de su formato alternativo a la consulta sin desobedecer. Fuera, el primer gran acto de celebración de la desobediencia. La pantalla doble tiene su gracia, facilita la doble mirada del espectador para que cada uno elija a su gusto lo que está pasando.