STARDUST MEMORIES

Érase una vez Bambi

RAMON DE ESPAÑA

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Nada más lejos de mi intención que ponerme apocalíptico -y menos en verano, con la que está cayendo-, pero tengo la impresión de que el cine ya no es importante, ni como entretenimiento ni como obra de arte. Sí, de acuerdo, queda gente que va en grupo al cine como actividad lúdico-festiva; y quedan cuatro cinéfilos que van al Verdi o al Renoir; pero a la inmensa mayoría de la población el cine se la pela.

No descarto que estas sean opiniones de viejo y que a cualquier menor de 40 años le parezca que solo está pasando lo que tiene que pasar y que resistirse al progreso constituye una lamentable pérdida de tiempo y de energía, pero… ¿Yo qué culpa tengo si viví una época en la que el cine podía ser arte y entretenimiento? Vale, puede que el cine no tuviese tanta competencia como ahora. De hecho, los de mi generación solo teníamos las películas, los cómics y la televisión para esquivar el tedio existencial. Tal vez por eso, el programa doble del sábado por la tarde, los tebeos semanales y los episodios deStar Trek oMisión imposiblese esperaban con reverencia.

Mi primer recuerdo cinematográfico ni siquiera es mío. Me lo implantó mi madre al informarme cada cierto tiempo del cirio que monté la tarde que me llevaron a verBambi, película que, al parecer, me provocó un pánico que ríete tú del deLucía Etxebarría enCampamento de verano.

El segundo es mío: durante cierto tiempo, estuve convencido de que los actores estaban físicamente en la sala, detrás de la pantalla, y de que el proyeccionista los agrandaba o los empequeñecía apretando un botón (error del que me sacó mi didáctico hermano mayor). Y el tercero es la sensación de felicidad que me embargaba al ocupar mi asiento y ser consciente de que, durante las próximas cuatro horas, iba a acceder a un mundo más estimulante que el que me rodeaba en casa y en el colegio. De hecho, sigo experimentando esa sensación en la actualidad, cuando voy al cine a las cuatro de la tarde, me siento en las primeras filas de una sala casi vacía y me dispongo a acceder a una vida mejor… Cosa que ya no consigo con tanta asiduidad como en la infancia.

Máquina de fabricar basura

En la adolescencia y primera juventud, pasé del entretenimiento al arte, con gozosas consecuencias. De hecho, ahora que lo pienso, tengo la impresión de que los años 60 y 70 fueron para el cine un espejismo similar al que tuvo lugar en el mundo del cómic durante los 80; un espejismo según el cual el cine se hacía mayor de edad y se convertía en una manifestación cultural de primer orden. Si no la cagábamos, el cine -como luego los cómics- sería algo grande. Pero todo parece indicar que la cagamos: basta con echar un vistazo a la cartelera cualquier día de éstos para comprobarlo. Hollywood se ha convertido en tal máquina de fabricar basura que la vida inteligente se ha tenido que refugiar en la televisión (¡démonos con un canto en los dientes!), y del cine español más vale no hablar. Pero no desfallezcamos del todo. Y si no tienen nada mejor que hacer, presten atención a mis batallitas mañana y los dos próximos fines de semana. Aunque tampoco mucha.