Entre Bárcenas y Millet

En el contexto de crisis económica y social en el que vivimos, la tolerancia social ante los casos de corrupción económica y política se ha reducido al mínimo. A cero. El contraste entre la precariedad o la angustia en la que viven capas crecientes de la sociedad y el espectáculo pornográfico de las prácticas corruptas y abusivas de parte de las élites económicas y políticas es lacerante, insoportable. Es un fenómeno generalizado, que en España se manifiesta de manera singularmente directa y cruda. En este sentido, el caso de la financiación irregular del PP y los sobresueldos de su cúpula directiva superan todo lo imaginado por la literatura negra. No es un caso de corrupción localizado. Es un caso de metástasis en la estructura directiva del partido que gobierna en España. En un país de tradición democrática más consolidada, ya hace semanas que habría provocado un terremoto político que habría forzado la dimisión deRajoy. En la democracia de ancho ibérico las cosas funcionan de otra manera, ciertamente. Pero el hecho es que, aunque parezca no ser consciente,Rajoyya no tiene la más mínima legitimidad política. Ni en España, ni en el escenario internacional. Y este hecho le incapacita para liderar el Gobierno del Estado y la salida de la crisis.

Ni la dimensión ni elmodus operandison comparables, pero el caso de la supuesta financiación irregular de CDC plantea interrogantes inquietantes para el propio partido y para el proceso soberanista que vive Catalunya. Con que solo que una parte de lo que el juezPijuanapunta fuera cierta, elpresident Masdebería actuar con determinación inequívoca para garantizar su credibilidad y la del proyecto político que representa y lidera. El proceso de transición nacional obtiene su fuerza del planteamiento democrático de base que lo impulsa. Y la transparencia es a la democracia lo que la opacidad a la dictadura.