ELECCIONES AL RECTORADO DE LA UB

Recuperemos la ilusión y decidamos nuestro futuro

La universidad necesita un diseño polimorfo que elimine la innecesaria burocratización y agilice la toma de decisiones

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JOAN ELIAS

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La UB está intervenida, carece de un plan estratégico de futuro y su modelo de organización y gestión es un galimatías; y pese a todo, somos la mejor ubicada del país en los rankings internacionales. No cuesta mucho imaginar dónde podríamos estar si realmente tomásemos nuestras propias decisiones, si estas tuviesen carácter estratégico y si nos organizásemos bajo un modelo consensuado por toda la comunidad universitaria. Hay potencial; pero no hay sinergias y sí un cierto desgobierno.

Pero voy por partes. Todas las administraciones públicas hemos de estar sometidas a control.  Lo queremos y deseamos. Pero frente al control apriorístico y desconfiado y los constreñimientos económicos, tenemos que ser capaces de articular un modelo que nos devuelva la confianza del Parlament y del Govern y nos permita desarrollarnos autónomamente y rendir cuentas.  Para ello se impone ser transparentes. 

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Diseñar de modo participativo un Plan Estratégico para el medio y largo plazo no es una necesidad; es una urgencia. Decía Séneca que "ningún viento es favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige" y la UB lleva tiempo desnortada. Fijar de un modo claro, preciso y conciso nuestro proyecto de futuro será el modo de impregnar en toda la institución el mismo rumbo. Que todos puedan participar en su elaboración será el mejor modo de llegar a un destino compartido y por todos anhelado. En cuanto a la gestión, diseñado el Plan estratégico y determinados los objetivos anuales, queremos introducir la dirección por objetivos e impulsar una RLT ‘de verdad’, una que mire al futuro.  Igualmente, necesitamos activar una evaluación (360º) del empleado público que nos permitirá encaminar la formación a los déficits detectados y nos habilitará para activar la carrera horizontal del PAS.La riqueza de un órgano tan complejo como la UB es su diversidad, y cualquier diseño organizativo sensato pasa por reconocerla y potenciarla. De ahí que, replicar un mismo corsé a nuestra heterogeneidad es reduccionista, poco inteligente y frustrante. Necesitamos por tanto un diseño polimorfo, que elimine la innecesaria burocratización y que nos facilite agilidad en la toma de decisiones. Alcanzar ese diseño exige, de nuevo, transparencia y participación

Nuestro profesorado y nuestro PAS demandan estabilización, rejuvenecimiento y promoción.  Nos estamos encaminando peligrosamente a una plantilla, barata e injusta, de asociados en falso y de becarios en puestos de gestión. Es inaceptable tener a un profesor hasta más allá de los cuarenta años en la incertidumbre de cuál será su futuro. Hemos de diseñar, consensuadamente, una carrera docente e investigadora de la UB que defina con nitidez las condiciones de acceso, selección, estabilización y promoción. Se hace imprescindible activar la transformación de los asociados en falso para dignificar y reconducir el trabajo que realizan en la UB. Es vergonzoso tener miembros del PAS interinos desde hace la friolera de dieciocho años. El desencanto y la insatisfacción son las sensaciones más comunes en nuestras plantillas y eso no se resuelve con la tasa de reposición.

MÁS CERCA DEL ALUMNADO

Hay tres medidas económicas irrenunciables, por justas, al hablar de estudiantes: 1. Defender la rebaja del precio de la matrícula –de las más caras de Europa- y equiparar el precio del master y del grado. 2. Oponerse a cualquier reforma de la arquitectura de grados y masters (3+2) si antes no se han rebajado tasas y equiparado precios. 3. Ningún estudiante con talento ha de abandonar sus estudios por causas económicas talento. Asentadas estas premisas, en lugar de quejarnos de que los estudiantes no participan, hay que ir a buscarlos y fomentar su participación directa -consultiva y/o decisoria- mediante las nuevas tecnologías. También queremos reconocer en sus expedientes las actividades de compromiso social. No solo el conocimiento forma a nuestros jóvenes.

Hoy la mayor parte de nuestros alumnos reconocen que no repetirían su experiencia en la UB.  Es dramático. Tenemos que volver a conseguir que los años de universidad cuenten entre los mejores de su vida. Esa ilusión que ambiciono en el alumnado es la misma que pretendo de docentes, investigadores y personal de administración y servicios. Una UB en la que todos sus miembros sientan que están trabajando en el proyecto colectivo de elevar nuestro nivel de investigación, docencia, transferencia, internacionalización y gestión para, a medio plazo, estar entre las 100 mejores universidades del mundo. Una universidad en la que la sociedad confíe, la sienta próxima y la perciba como un referente cultural.