La rueda

Derecho al cuerpo

La presión sobre las formas femeninas llega a ser insoportable en algunas profesiones

Tania Llasera, en la imagen que ha colgado en su perfil de Instagram.

Tania Llasera, en la imagen que ha colgado en su perfil de Instagram. / periodico

NAJAT EL HACHMI

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Parece que las mujeres, después de conquistar el derecho al voto, a la educación, a la libertad sexual y afectiva, a poder hacer, más o menos, lo que queramos con nuestras vidas, ahora tendremos que luchar por el derecho a tener el cuerpo que tenemos. No hablo ya de la clásica reivindicación del feminismo consistente en liberar al cuerpo femenino del control y el dominio patriarcales, sino de poder ir por el mundo con las formas propias sin tener que sentir, desde dentro o desde fuera, todo tipo de mensajes instándonos a cambiarlas.

A día de hoy es difícil pasar una jornada entera sin que de alguna u otra parte nos lleguen órdenes, consejos, exigencias o sugerencias, explícitas, implícitas, sutiles o evidentes, para que adelgacemos, nos alisemos, nos tonifiquemos, nos subamos unas cosas, nos reduzcamos otras y un largo etcétera. El molde tan estrecho en el que tenemos que meternos las mujeres, creado por publicistas, diseñadores de moda y medios de comunicación, resulta imposible para la mayoría. En algunos casos esta presión llega a ser el detonante de graves problemas de salud, algunos bien visibles, otros más ocultos, como la obsesión por la actividad física (solo hay que ver el creciente número de adheridos a la secta de los 'runners', incapaces de darse cuenta de que su obsesión corredora es de todo menos un síntoma de buena salud).

En algunas profesiones esta presión sobre las formas femeninas resulta insoportable, hasta el punto de que actrices, modelos y presentadoras de televisión se ven obligadas a tener un peso muy por debajo de lo razonable o a someterse a operaciones para disimularse los años que llevan vividos. Por eso resulta tan admirable que algunas de ellas se muestren orgullosas tal como son. Uno de los últimos ejemplos lo tenemos en Tania Llasera, criticada porque mostraba en una fotografía lo que no le vemos nunca a ninguna famosa: la barriga posparto.