Deprisa, deprisa
El (hipotético) adelanto del (improbable) referéndum tiene incentivos para los tres actores del soberanismo, pero provocará el descuelgue de Ada Colau
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
El vergonzante episodio del 'caso Santi Vidal'Santi Vidal y el 'sí' de la CUP a un presupuesto del que abomina, junto a la secuencia de juicios que el lunes abrirán Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau, han precipitado los acontecimientos en el llamado proceso soberanista. Si al ser investido el 'president' Carles Puigdemont alertaba de que el calendario de 18 meses para celebrar el referéndum podría dilatarse si fuera menester, ahora el Govern parece dispuesto a acortar esos plazos y a poner las urnas --o al menos intentarlo-- el próximo mayo, en apenas cuatro meses.
El 'copyright' de la idea es de la CUP, que ya en diciembre abogó por pisar el acelerador si la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, fuera condenada a inhabilitación. La propuesta fue tímidamente secundada por Esquerra y desechada por el PDECat. Siendo que el juicio a Forcadell aún no tiene fecha, ¿qué ha cambiado en solo un mes para que el soberanismo acelere sus planes? Pues que el (hipotético) adelanto del (improbable) referéndum presenta incentivos distintos para cada uno de los actores del 'procés'.
El de la CUP es obvio: si apoya unos presupuestos autonómicos solo para forzar el choque con el Estado, cuanto más breve sea la espera, mejor. Para ERC, precipitar el referéndum acercaría también la fecha de las nuevas elecciones, con Oriol Junqueras como claro favorito. Y para la nueva Convergència, resignada ante la negativa de Puigdemont a encabezar la lista, la menos mala de las opciones es presentar a Mas como mártir por partida doble: primero del veto anticapitalista y después de la saña estatal. Cuanto menos tiempo medie entre su probable inhabilitación --que será recurrida y suspendida-- y la cita con las urnas, mayor será el caudal político del 'expresident'.
Deprisa, deprisa, susurra el soberanismo, consciente de que tan difícil --si no imposible-- será el referéndum unilateral en septiembre como en mayo. Acelerón que además provocará el descuelgue de los 'comuns' de Ada Colau, quien rechaza incluso el ultimátum de septiembre y que este miércoles, paradójicamente, firmará con Puigdemont el manifiesto en favor del referéndum... pactado.
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