El turno

Demasiado dinero para tan poca gente

ANTÓN Losada

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Hace unos días, conocimos que los ejecutivos del Ibex 35 habían ganado de media un millón de euros en el 2010, el más destructivo de la crisis. Se intuye la perversidad de una economía dirigida por gestores a quien se remunera de manera desproporcionada respecto al valor que pueden aportar, o con más que relativa independencia de los resultados. La prioridad no está en el equilibrio de la empresa o la sostenibilidad del negocio, sino en maximizar sus bonos. No se generan superbeneficios trabajando más, compitiendo mejor y produciendo mucho. Los superbeneficios hay que inventarlos especulando, trucando los mercados y transfiriendo costes a la caja común.

Esta semana supimos que unas monjas había denunciando la sustracción de un millón y medio de euros que guardaban en el convento, dentro de bolsas de plástico y en billetes de quinientos. La noticia dio que hablar por su marco incomparable y la cifra puede parecer abultada, pero equivale a lo que gana un ejecutivo y medio del Ibex en un año. El suceso aporta otro indicador de las cuitas de una economía donde hasta las monjitas manejan en negro. Un país donde no solo no se ha reducido la voluntad de no contribuir a la hacienda común, sino que ha aumentado, es un país en estado de fraude, con finanzas y servicios públicos paupérrimos. Pero eso importa poco, porque lo público en España siempre es algo de lo que se benefician, aprovechan o abusan los demás.

Acaba de hacerse pública la lista Forbes demuchimillonarios. La exclusiva relación ha crecido en más de doscientos nombres respecto a la anterior. 1.001 personas en este mundo atesoran 2,6 billones de euros.

El problema resulta obvio. No es que no pueda ser bueno que tan poca gente tenga tanto dinero, que no lo es. Lo grave reside en que solo se puede llegar a tenerlo a base de gastarlo todo en acumular más.