Los jueves, economía

Cosas que van bien

Las exportaciones y la productividad españolas han mejorado y los costes laborales descienden

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ANTÓN COSTAS

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Con la que está cayendo, ponerse a hablar de cosas que van bien tiene el riesgo de ser visto como un extraterrestre. Pero es necesario para no caer en la depresión al ver lo que pasa en el sector financiero. Las amistades peligrosas entre banqueros y políticos han destrozado el sistema financiero y secado el crédito, arrastrando a la economía a la recesión y el paro, y a muchas familias a la pobreza.

El caso de Bankia y el episodio de la dimisión del gobernador del Banco de España,Miguel Ángel Fernández Ordoñez, son las manifestaciones más recientes de esas amistades peligrosas; pero, desgraciadamente, veremos más. El intento de los políticos de evitar exigir responsabilidades a los banqueros negligentes nos está llevando al descrédito y a la ruina. De ahí que produzca sonrojo e indignación escuchar a personas de esas élites hablar de crisis de valores de la sociedad, o de abusos en las prestaciones sociales, sin querer admitir que los grandes abusos y la verdadera crisis de valores está en ellas mismas.

REPASAR EL listado de sueldos, indemnizaciones y pensiones de los directivos de la banca y lo que se llevan en los bolsillos cuando, tras arruinar a sus bancos, se van a sus casas sin que se les exijan responsabilidades, ofende a la honestidad y a la decencia. Si a eso añadimos las amnistías fiscales del Gobierno, el quebranto moral de esas élites es total.

Nuestro problema está en las élites financieras y sus relaciones incestuosas con la política, no en la economía real ni en la sociedad. De hecho, la economía real y las conductas sociales trasmiten señales muy esperanzadoras. Aunque parezca increíble, hay cosas que van bien. Cosas de las que conviene hablar para aumentar nuestra autoestima y esperanza, algo de lo que estamos muy necesitados. Nos hace falta lo que los anglosajones llaman unaequity story, un relato de nosotros mismos que incorpore lo que va bien y nos anime a seguir adelante en medio de la tormenta. Observando los datos del servicio de estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona, hay tres cosas en la economía que vale la pena destacar.

La primera es el extraordinario comportamiento de las exportaciones. Han crecido un 10,1 % acumulado durante el período de crisis 2008-2011. La relevancia de este dato surge al compararlo con otros países. La media de la UE-15 ha sido del 2,7%; la de Alemania, el alumno aventajado de la clase, del 5,9%; y la del Reino Unido, del 1%, y eso teniendo en cuenta que han podido devaluar la libra. Aun así, el mejor comportamiento es el de España. Las exportaciones ya representan el 30,2 % de nuestro PIB, más que el mejor dato previo a la crisis. Podemos hablar del milagro de las exportaciones españolas.

Ese milagro tiene causas reales. Nos está diciendo que detrás hay un tejido empresarial que ya no tiene miedo a competir en mercados internacionales. Tenemos empresarios, directivos y jóvenes que van por el mundo sin complejos.

LA SEGUNDA cosa son los costes laborales. Medidos en términos de costes laborales unitarios nominales, se han reducido un 3,1% durante los años de crisis. Esto es algo positivo, aunque hay que reconocer que en el conjunto de la UE-15 han caído más rápido. Pero esto tiene una lectura positiva: si la evolución de nuestros costes laborales no puede explicar nuestro mejor comportamiento exportador, entonces es que hay otras cosas que van bien. Esto me lleva a la tercera cosa que va bien. Es la productividad. Su mejora es extraordinaria. En parte debido a que la alta destrucción de empleo y la menor caída del PIB tiene un efecto ficticio de aumento de productividad por persona que sigue empleada. Pero hay algo más que ese efecto aritmético. En la economía española está explotando ahora una productividad durmiente que en los años de vacas gordas no fue necesario activar. Pero ahora se está haciendo.

LA PRODUCTIVIDAD, lo mismo que las exportaciones, tiene mucho que ver con el tamaño de nuestras empresas. Exportan más y son más productivas las grandes y medianas. Si, como comenté en otra ocasión, consiguiésemos aumentar el tamaño medio al nivel de otros países similares por renta, automáticamente la productividad española aumentaría alrededor de un 25%. Esta es la verdadera reforma que hace falta, y de la que nadie habla.

Hay otras cosas que van bien. No solo en la economía, sino también en las actitudes sociales y en nuestra democracia. Es sorprendente que, a pesar del aumento del paro y de la pobreza, nuestra ciudadanía no haya manifestado tendencias populistas o xenófobas como ha ocurrido en Francia, por poner solo un ejemplo.

¡Si tuviera buen señor!, como dice el poema deMío Cid. Es decir, ¡qué buena economía y sociedad si hubiera unas élites financieras y políticas que supiesen asumir su responsabilidad!

Catedrático de Política Económica de la Universitat de Barcelona