El cambio climático

¿Como ranas hervidas?

Aunque parezca que el calentamiento global avanza muy lentamente, es urgente ponerle coto

MARIANO MARZO

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El 17 de enero saltaba la noticia de que el año 2014 fue el más cálido en un registro de 134 años, es decir, desde 1880. Tal afirmación se fundamenta en un análisis de las mediciones de temperaturas superficiales del planeta efectuado por científicos del Goddard Institute for Space Studies (GISS) de la NASA, así como en otro análisis realizado de forma totalmente independiente por científicos del National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) que llega a la misma conclusión. Los científicos de ambas instituciones constatan no solo que el 2014 fue el año más caluroso del registro instrumental, sino que, con la excepción de 1998, los 10 años más cálidos de dicho registro habían tenido lugar desde el año 2000.

Para su análisis, los investigadores del GISS se han basado en datos públicos suministrados por cerca de 6.300 estaciones meteorológicas distribuidas por todo el globo, en mediciones de la temperatura superficial del agua marina obtenidas por buques oceanográficos y mediante boyas, así como en observaciones efectuadas en bases de investigación de la Antártida. Todos estos datos han sido convenientemente tratados, mediante el uso de diversos algoritmos, para corregir los efectos derivados del desigual espaciado entre las estaciones y el impacto del calentamiento local sobre áreas urbanas, factores ambos que podrían distorsionar los cálculos.

Los investigadores del NOAA han utilizado prácticamente la misma base de datos que sus colegas de la NASA, pero han empleado una metodología diferente para sus cálculos de las temperaturas globales. Y a pesar de estas diferencias metodológicas, NASA y NOOA han llegado a las mismas conclusiones, como también lo han hecho otras instituciones como la Japan Meteorological Agency y la Met Office Hadley Centre del Reino Unido.

Un rápido calentamiento en tres décadas

Los resultados obtenidos por estas cuatro instituciones respecto a la evolución de las temperaturas globales desde 1880 al 2014 muestran pequeñas discrepancias, año a año, en los valores absolutos, pero las cuatro gráficas elaboradas para el periodo considerado muestran una coincidencia casi total en las pautas de evolución, reflejando, además, una marcada sincronía en las oscilaciones. Cada una de las cuatro gráficas revela un rápido calentamiento en las últimas tres décadas y todas ellas muestran que la última década ha sido la más cálida.

En palabras del director del GSIS, Gavin Schmidt, «el 2014 es el último de una serie de años calurosos dentro de un contexto de décadas cálidas». Para Schmidt está claro que «mientras que la posición ocupada por un determinado año en el ranking de años calurosos puede reflejar cambios meteorológicos de índole aparentemente caótica, la tendencia observada a largo plazo debe atribuirse a los factores que gobiernan el cambio climático, entre los que sobresalen las emisiones de origen humano de gases de efecto invernadero».

Sin duda, las temperaturas registradas en el 2014 representan un jalón más dentro de la tendencia general al calentamiento experimentada por nuestro planeta a largo plazo. En cualquier caso, pese a ello los científicos advierten de que en el futuro, como ha sucedido en el pasado, asistiremos a marcadas fluctuaciones anuales de las temperaturas medias, causadas por fenómenos tales como El Niño o La Niña. Estos fenómenos enfrían o calientan las aguas del Pacífico en latitudes tropicales y se cree que han jugado un importante papel en el amortiguamiento de la progresión del calentamiento global observado en los últimos 15 años (curiosamente, el récord de temperaturas del año pasado correspondió a un año neutro en términos de El Niño-La Niña).

Aumento de las emisiones

Los análisis del GISS y NOOA muestran que desde 1880 la temperatura superficial media de la Tierra ha experimentado un aumento de alrededor de 0,8 grados centígrados, con la mayor parte de este calentamiento concentrado en las últimas tres-cuatro décadas, como consecuencia del aumento de las emisiones (de origen humano) de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Quizá piensen: ¿y por un aumento de 0,8 grados en 134 años tanto lío? Y, precisamente, es en esta inocente pregunta donde reside buena parte del peligro que afrontamos. Ante las evidencias científicas comentadas parece como si la humanidad estuviera experimentando el síndrome de la rana hervida. Ya saben: una rana aguanta en un cazo de agua al fuego una subida gradual de temperatura de un grado por hora. Nota el calorcito, pero como el aumento es paulatino lo soporta, adormeciéndose en vez de saltar del cazo. Hasta que muere hervida. Si la temperatura hubiera aumentado cinco grados en un solo minuto, la rana habría saltado. Los científicos tenemos la responsabilidad de hacer que la rana salte antes de que sea demasiado tarde.