Clásico en rebajas
Aunque es un partido descafeinado, casi irrelevante, estará lleno de minas
Ramón Lobo
Periodista
Periodista
Ramón Lobo
No hemos avanzado, todos tenemos un exaltado dentro que se alegra casi tanto de los fracasos del rival como de los éxitos propios. El clásico llega raro, con un Barcelona bicampeón en títulos nacionales (parece una broma política con lo que está cayendo) y un Real Madrid finalista de la Champions League por tercer año consecutivo. Valverde ya tiene sus trofeos; Zidane, aún no.
Ya es mala suerte -para los culés, claro- que el partido se celebre en horario Champions, un sombrío recordatorio de cuál es el torneo que da esplendor planetario. El otro día, Mourinho estuvo ingenioso en una réplica a Pep Guardiola, al afirmar que el campeonato más importante es el que ganamos, y si no ganamos ninguno, entonces no es tan importante ganar. Siempre sospeché que 'Mou' es un falso malo.
Aunque este es un clásico descafeinado, casi irrelevante, un 'delicatesen' para 'hooligans', estará lleno de minas. Parece que el Madrid ha superado la tentación de mandar la unidad B con la excusa de reservar titulares para Kiev. Si no se hace el pasillo, al menos que no se haga el ridículo. Quedarán 20 días para recuperar el tono y los lesionados. Un buen resultado en el Camp Nou sería un excelente revitalizador en una temporada-tobogán. El fútbol, como en todo, es un estado de ánimo.
Más allá del pasillo al equipo, yo haría uno conjunto, con los jugadores entremezclados, a don Andrés Iniesta. Sería un homenaje al fútbol. El de Messi lo dejamos para su retirada.
Lecturas psicológicas
El partido del domingo tiene mucha lectura psicológica. En el Barça se escucha un runrún, no declarado, claro, de que una Champions vale más que dos campeonatos locales, aunque la Liga premia siempre al que ha sido el mejor durante más jornadas. Meter 5-0 al Real sería metadona para Gerard Piqué, pero de nada serviría si hay 'decimotercera' en la Cibeles. Eso es un hecho.
Para el Madrid, el clásico es una oportunidad para recuperar sensaciones. Juega mejor fuera de casa que en el Bernabéu, pero el nivel del equipo no es el de los dos últimos años. El Real parece vulnerable en defensa (entiéndase por defensa el trabajo de todos), y el centro del campo es un coladero. Jugó con fuego en la vuelta con la Juventus y en los dos partidos con el Bayern. Los alemanes solo fueron reconocibles en el segundo, al menos tuvieron intensidad. El mejor Zidane es el que no hace experimentos.
El Real Madrid ha vivido toda la temporada en el alambre, tirando de oficio y mística en Europa. Es un equipo bipolar: todo o nada. Si ganara al Liverpool, algo que está por ver porque los de Anfield son la horma de su zapato (gran ataque, peor defensa), el 26 de mayo certificaría una gran temporada (con un misil a la línea de flotación en el barco de Bartomeu). Si pierde, sería un desastre y el Barça tendría la tentación de cantar el 'You'll Never Walk Alone' en Canaletas. Sería un toque chesternionano. Al menos, que se salve el humor.
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