La ciencia y yo

Asisto a una conferencia organizada por la Butaca Casademont, que se llama así en honor de quien tuvo la idea de convocar a especialistas para que hablaran ante un auditorio sin que los ciudadanos que asisten crean que les están hablando en una lengua ininteligible. El invitado de hoy no se sienta en la butaca prometida, sino que está de pie, delante de una pantalla en la que aparecen fórmulas, proteínas y combinaciones helicoidales de ADN. Se llamaJosé María Ordovásy es director del Laboratorio de Nutrición y Genómica de Boston. Dice cosas tan interesantes (y que yo no sabía) como que los intestinos, en la larga cadena evolutiva, empequeñecieron a medida que se agrandaba el cerebro. Comer en abundancia y digerir en exceso está en las antípodas de la reflexión intelectual. Comer poco y digerir bien es un factor que nos ha hecho avanzar mucho. Lo decíaPla:«Pido una cocina simple y ligera, sin ningún elemento pesado en la digestión, sin taquicardia».

Ordovástambién habla de los ciclos del sueño y dice que los ataques de corazón suelen producirse de madrugada, por no sé qué descenso en los niveles de serotonina cuando dormimos. Después, el doctor me dice que muy probablemente moriré de lo mismo que murieron mis padres. Esta predicción genética me asusta tanto que me lanzo decididamente algintónic, que no debe de ser nada sano, pero que calma bastante los nervios.