¿De dónde saliste Karius?

Aquellos que no se crean que es más fácil ganar la Champions que la Liga, que vean repetida esta final.

Aquellos que no se crean que una final depende de pequeños (o grandes) detalles y no del fútbol tremendo, arrollador, de unos y otros, que se pongan el video de anoche.

Vale, de acuerdo, estamos de pie, homenajeando al Real Madrid de las 12+1 Champions, pero recordando también la larga lista de árbitros (el italiano Gianluca Rocchi, el inglés Michael Oliver y el turco Cuneyt Çakir) y, sobre todo, el nombre de un portero alemán ¡imposible que sea alemán!, llamado Loris Karius, que han ayudado a convertir al peor Real Madrid de la Liga en el mejor Real Madrid de Europa.

Cuando vimos que se lesionaba el único futbolista que tenía el Liverpool, Mohamed Salah, todos pensamos que el partido se había acabado. Y ni siquiera había empezado. Cuando vimos que el tal Karius, con busto en la sala de trofeos del Bernabéu, se metía el primer gol y regalaba el tercero, entonces supimos que los blancos entrarían triunfadores en la capital de su reino.

Que se vendan a Bale, sí

Para ganar la Champions te tienen que pasar cosas así, de lo contrario, con el poquito fútbol que el conjunto de Zinedine Zidane tiene, es muy difícil acumular tantos trofeos. Claro que no debemos de engañarnos, no a estas alturas de la película, porque sabíamos que esa final estaba descontada, pues, aunque reconoceremos que el Liverpool jugó sin Salah, habrá que decir que el Real Madrid ganó la 13ª sin Cristiano Ronaldo, porque el partidito que protagonizó el ídolo fue para enmarcarlo. Ni estuvo, ni jugó, ni metió miedo y la vez que fue a chutar, por poco le arrebata el balón un espontáneo.

Cien veces jugarían esa final y cien veces la ganaría el Real Madrid. Porque cuando no aparecería Rocchi, lo haría Oliver o Çakir y, cuando no, un portero de discoteca, indigno de un finalista europeo se inmolaría ante los blancos para mayor fiesta del ‘circo’.

Eso sí, que se queden con CR7 y vendan a Bale, por favor. Le harán un bien al fútbol. Y al espectáculo. ¡Dios que gol!