Análisis

Campaña republicana: la feria de las vanidades

PERE VILANOVA

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La campaña electoral presidencial en Estados Unidos está muy claramente anclada en su tradición. Se sabe qué martes después de qué lunes de noviembre de qué año los electores deberán acudir a las urnas, hasta la toma de posesión del nuevo presidente en enero del siguiente año. En teoría, las famosas elecciones primarias empezarán a comienzos del 2016 con los 'caucus' (pequeñas reuniones informales de votantes) en Iowa, luego vendrá el supermartes, y así sucesivamente hasta la convención de cada partido en agosto, para elegir al candidato final.

Pero algo se está torciendo en esta tradición, sobre todo en las filas republicanas. Como sucedió en el 2012, una especie de 'preprimarias' han empezado ocho o nueve meses antes del inicio formal, con una epidemia de candidatos entre los que parecen proliferar lo que algún analista ha calificado de "candidatos-lunáticos". Así, la madruga del viernes se enfrentaron 10 candidatos en un debate cuya primera conclusión es que quien lleva las riendas de la competición es… la cadena ultraconservadora Fox News. Pero es que había 17 candidatos, y solo admitieron a 10, de modo que el problema no hace más que empezar. Llama la atención que nueve de ellos compitieran para ver quién era más Trump que el propio Trump, que al final, afirmó que no le interesaba tanto ser el candidato republicano y que a lo mejor concurría como independiente.

Al competir de esta manera, todos los demás corren al extremismo en todas sus variantes, pero como sucedió en el 2012 (y hasta cierto punto en el 2008) la carrera final, la presidencial propiamente dicha de noviembre del 2016, se jugará en el centro político y en los estados flotantes, aquellos virtualmente empatados (los swinging states). Y al final, en el 2012, Obama ganó en nueve de diez de ellos. ¿Por qué? Por que al final el candidato republicano era Romney, mormón (cosa que no le ayudaba), que jugó desesperadamente a centrista, pero lo que antes se llamaban hemerotecas y ahora se llama la nube (o las redes sociales) le pusieron en evidencia. Durante meses y meses, al enfrentarse a una paleta de perfiles como los del debate de la Fox, Romney tuvo que competir con el Tea Party y otras perlas parecidas. Si Romney era el centrista, cuesta creer cómo era el resto. En el 2008, si bien es cierto que Obama fue mucho Obama, la inefable Sarah Palin fue una bola de hierro en el pie de McCain, hasta el punto de que de ello se hizo una película.

Anteayer, el candidato Carson no consiguió sacar ningún partido del factor negritud, o Jeb Bush ningún provecho del hecho de que su mujer es mexicana. Marco Rubio, de origen hispano, fue pillado en falta cuando endureció su línea antiaborto, hasta que la Fox le recordó que como senador apoyó posturas mucho más moderadas, anatema para la línea dura republicana. Y la perla de la noche fue cuando Huckabee, preguntado sobre la aceptación de "personas transgénero en las Fuerzas Armadas", contestó que los soldados están para matar gente y romper cosas. Y punto.

Una minoría

El flanco más débil de los republicanos, a día de hoy, es que la sociedad norteamericana, a pesar del peso de la tradición, ha cambiado mucho, y el Partido Republicano puede acabar siendo no el amplio partido fundacional que fue, sino el partido del ala más extremista de la minoría WASP (White Anglo Saxon Protestant). Primero porque estos pintorescos candidatos se ponen en contra a todas las demás minorías sin excepción, y segundo, porque sociológicamente los WASP cada vez son menos en el conjunto de la Unión.