Las elecciones del 28 de noviembre
El cambio en España empieza por Catalunya
El PPC quiere ser el punto de encuentro de los que no desean más tripartitos ni la independencia
Alicia Sánchez Camacho
Política del PP catalán
Alicia Sánchez Camacho nació en Barcelona el 22 de abril de 1967. Es una política española que fue presidenta del PP catalán, desde el 6 de julio de 2008 hasta el 25 de marzo de 2017. Está licenciada en Derecho, con un Máster en Administración Pública
ALICIA Sánchez Camacho
Estamos ante unas elecciones cruciales porque de su resultado dependerá la dirección del futuro de Catalunya: más tripartito, la hoja de ruta hacia la independencia que plantea CiU o un voto moderado y de sentido común, en torno al PPC, que permita priorizar la creación de empleo como ya hicimos en nuestra etapa de gobierno.
El tripartito agoniza por méritos propios mientras emerge el ambiguo soberanismo de CiU. El riesgo de una amplia mayoría nacionalista o de un nuevo tripartito independentista con CiU, ERC y el recién llegado Laporta es preocupante. Artur Mas y su equipo tienen como objetivo la ruptura con España, aunque ahora se pongan la piel de cordero, y estas aventuras políticas solo pueden generar inestabilidad y serias complicaciones en la salida de la crisis económica.
Para CiU la principal prioridad no es impulsar la economía sino recuperar el poder como sea, y para ello no ha dudado en pactar con Zapatero cuestiones como la congelación de las pensiones, la reducción del sueldo de los trabajadores públicos, la liquidación de la ley de dependencia o la paralización de importantes infraestructuras, entre otros recortes sociales. También ha apoyado, no lo olvidemos, la reforma laboral, que supondrá más paro en Catalunya. Artur Mas ha sido aliado preferente de Zapatero porque le interesa mantener a un presidente del Gobierno débil y no le importa realmente el cambio urgente que necesitan España y Catalunya.
Tampoco nos vamos a dejar engañar por Montilla aunque ahora reniegue del tripartito. Con él, Catalunya se acerca a los 700.000 parados y las familias catalanas viven peor. A Montilla no le ha temblado el pulso a la hora de firmar leyes que han convertido a Catalunya en tierra de imposiciones, sanciones y prohibiciones, en lugar de la referencia de libertad y espíritu abierto que fue para toda España.
Vivimos una etapa de desafección política, de escepticismo y pérdida de valores que la profunda crisis económica ha agudizado.
Ante esta situación, es necesario que los políticos hagamos autocrítica y dejemos de una vez la política de salón y los debates estériles que solo interesan a unos cuantos. Los catalanes nos reclaman que hablemos de los problemas de la gente de la calle, que les aportemos propuestas y soluciones a los temas que les preocupan.
Desde varios frentes han intentado imponer la ley del silencio al Partido Popular de Catalunya, porque es la única formación que habla claro de los problemas reales de los catalanes, que presenta propuestas para superar la crisis y volver a ser el motor económico de España. El PPC cree, sin complejos, en Catalunya y en España. Catalunya gana si España va bien y España gana si Catalunya va bien. Los populares catalanes aspiramos a ser el punto de encuentro de todos los que no quieren más tripartito ni el camino hacia la independencia. La casa común de los que nos expresamos en catalán o en castellano sin imposiciones. El punto de encuentro de los que queremos que nuestros hijos reciban una educación de calidad y tengan un futuro lleno de oportunidades. La casa común de los que trabajan para que Catalunya vuelva a ser la tierra abierta y de emprendedores que atrae a los mejores talentos del mundo y no la Catalunya del nacionalismo excluyente que cierra las puertas.
El trabajo que queda tras el 28 de noviembre es mucho y el cambio que necesita Catalunya empieza por recuperar la economía y crear puestos de trabajo. Tenemos que adelgazar la Administración. No se pueden seguir superponiendo órganos y entes intervencionistas: Estado, Generalitat, ayuntamientos, diputaciones, veguerías, consejos comarcales, corporaciones y empresas públicas que multiplican el gasto, generan duplicidades y burocratizan la sociedad. Se debe imponer la austeridad tras años de embajadas, subvenciones ideológicas y lujos superfluos.
Ahora toca dar impulso a las pymes y a los autónomos como columna vertebral de la economía catalana. Si es decisivo, el PP bajará impuestos, como ya hizo cuando gobernó España, y garantizará el crédito y la liquidez que las empresas necesitan para dar vida a sus proyectos y crear empleo.
Nos han intentado silenciar para que no expliquemos nuestra política de inmigración. No lo han logrado y seguiremos defendiendo abiertamente una inmigración legal y ordenada. Nuestra capacidad de acogida es limitada y se deben aplicar las leyes con rigor, porque no se puede extender la idea de que todo el que entra en España al final consigue papeles. También son muy claras nuestras propuestas en materia de seguridad. Son necesarios 5.000 nuevos policías en nuestras calles, introducir los cambios legales que acaben con la impunidad de los delincuentes multirreincidentes y dotar de medios a la justicia para ser verdaderamente eficaz.
La fortaleza del PPC tras las elecciones del 28 de noviembre será la garantía del cambio de rumbo hacia las prioridades de la mayoría de los catalanes. El PPC es sinónimo de confianza en la creación de empleo y la salida de la crisis. El punto de encuentro de los que creemos que el cambio en España empieza por Catalunya.
*Presidenta del PP de Catalunya.
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