Al contrataque

¿Y si cambiamos de opinión?

Nos enfrentamos ahora a dos meses que pueden ser de cerrazón o de diálogo, de convicciones o de cesiones

Pedro Sánchez, en la segunda vuelta de la sesión de investidura.

Pedro Sánchez, en la segunda vuelta de la sesión de investidura. / periodico

XAVIER SARDÀ

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¿Se imaginan que en un país la gente cambiase de opinión? Vamos, que en la conversación nos escuchásemos y variásemos, aunque levemente, nuestro criterio. Sería extrañísimo, porque no estamos habituados, pero daría bastante de sí. Sánchez Iglesias y viceversa.

    –Esto que ha dicho usted me parece muy inteligente y creo que tiene razón. Tomo nota y lo asumo.

    Primero sería un shock para los diputados, la prensa y para el propio presidente del Congreso, pero poco a poco podríamos acostumbrarnos.

    Sustituyamos a Sánchez Iglesias por personajes históricos. ¿Habría más diálogo? ¿Llegarían a formar gobierno?

    Mahoma Jesucristo. ¿A cuál vemos de vicepresidente?

    Buda Charles Darwin. Se darían un sí o se abstendrían. ¿Se puede ser budista y venir del mono? Digo sin reencarnación, claro.

    Cristóbal Colón y Simón Bolívar. Tan lejos y tan cerca. Un descubridor y un independentista. ¿Formarían gobierno o sencillamente formarían un pollo? (que, por cierto, formar un pollo viene de pódium pasando por poyo).

    Albert Einstein y Karl Marx. La ventaja es que los dos son alemanes anteriores a Merkel y todavía no se hablaba de austeridad económica. Aunque, eso sí, ambos gastaban poco en peluquería.

    Goya y Beethoven. Sordos ambos, cierran nuestro círculo y serían como Sánchez Iglesias.

    Aquí andamos renqueando política y, sobre todo, socialmente. Ortega y Gasset hace un montón de años decía: «Castilla se vuelve suspicaz, angosta, sórdida, no se ocupa en potenciar la vida de las otras regiones –Cataluña, Vasconia, Galicia–; celosa de ellas, las abandona a sí mismas y empieza a no enterarse de lo que pasa en ellas». ¿Prueba superada?

Hablar y pensar

Volvamos al principio. Propongo la búsqueda de «personajes históricos que han cambiado de opinión». Nada. Parece que solo se valoren las convicciones inquebrantables. Es evidente que hay gente significada que ha cambiado de criterio a lo largo de su vida, pero por lo visto no son elevados a la categoría de fichero.

Valoramos positivamente los cambios de opinión cuando estos lo son en la dirección de nuestros criterios. Si alguien abandona su posición para acercarse a la nuestra, es óptimo. Lo contrario nos resulta claramente insatisfactorio. Nos enfrentamos ahora a dos meses que pueden ser de cerrazón o de diálogo, de convicciones o de cesiones. Se trata sencillamente de hablar y de abandonar la parte más negra de nuestras almas. Se trata de saber cambiar una leve dosis de nuestras convicciones sin sentirte culpable porque los agoreros te lo recriminen. Quien no piensa, no puede cambiar.