La clave

Bocados de realidad

Ajena al "independentismo mágico", la realidad de la sanidad y la educación nos sigue mordiendo

Vuelta al cole en la escuela Wagner, en el barrio del Fondo

Vuelta al cole en la escuela Wagner, en el barrio del Fondo / RICARD CUGAT

Bernat Gasulla

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Este martes, y vaya usted a saber hasta cuándo, será una jornada de movilizaciones. Dejemos que sea Gabriel Rufián el que determine dónde comienza y dónde acaba el “independentismo mágico” que saldrá a la calle por la Diada, el aniversario del 1-O y los prolegómenos del juicio a los presos por el referéndum. Mientras, con una terquedad inasequible al desaliento, la realidad nos da bocados, ajena (o no tanto) a los vericuetos del ‘procés’.

Primer bocado: la sanidad. En la víspera de la Diada, hemos descubierto que Catalunya ocupa un triste lugar en el ‘top tres’ de las miserias de la sanidad. La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Salud Pública asegura que Catalunya es la tercera peor comunidad en atención sanitaria pública, por detrás de Canarias y la Comunidad Valenciana. ¿Los motivos? En las otras comunidades, los recortes y la privatización. ¿En Catalunya? Según Marciano Sánchez Bayle, responsable de la federación, la política de los sucesivos gobiernos de la Generalitat, que, a pesar del relativamente alto PIB catalán, en los últimos años se han centrado “en otras cosas”.

Pero el deterioro de la sanidad no es exclusiva de los ejecutivos catalanes. Según diferentes indicadores, recogidos entre otros por un estudio de ‘The Lancet’, el conjunto de España ha caído en picado desde el 2010 en el ránking sobre la calidad de la salud pública tras haber abrazado con entusiasmo los recortes dictados por la crisis. Como resultado, y es solo un dato, más de dos millones de españoles no tienen dinero para adquirir medicamentos prescritos por su médico.

Segundo bocado: la educación. Este miércoles Catalunya vuelve al cole. El ‘conseller’ Josep Bargalló admitió en la presentación de las novedades del curso 2018-2019 que muchas obras en colegios públicos no llegarían a tiempo para el inicio de las clases. Y como culpables señaló al 155 y a las lluvias de este verano. No citó la imprevisión ni la falta de vista a la hora de calibrar las devastadoras consecuencias en el sistema educativo de una tendencia demográfica más que cantada: el descenso de alumno de primaria y el aumento consecuente de los de secundaria. Y para más inri, 3.500 niños barceloneses se han quedado sin guardería pública.

Así es la realidad. Mientras, cómo no, hablaremos de magia.