La rueda

Berlín ante los nuevos escenarios

ENRIC MARÍN

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La victoria electoral de la cancillera Merkel del pasado fin de semana ha sido histórica. Todavía más contundente de lo que habían anunciado las encuestas. Es la figura política más relevante de Europa y atraviesa el momento más dulce de su carrera política. Ahora bien, en la etapa que ahora empieza se le presentarán nuevos retos, para los que el guión político de estos últimos años podría haber caducado. Hasta hoy, Merkel ha podido construir su liderazgo convirtiéndose, con diferencia, en la figura política más respetada y valorada en Alemania, aunque eso significase impopularidad en buena parte de Europa. Si se quiere poner a la altura de arquitectos de la nueva Alemania o de la nueva Europa como lo han sido Adenauer o KohlMerkel necesitará asumir un papel más activo en el escenario europeo y mundial.

El resultado electoral la puede ayudar: ha salido reforzada personalmente y la coalición que lidera no ha logrado la mayoría absoluta por muy poco. Pero, paradójicamente, el derrumbe del partido liberal la obligará a buscar acuerdos o pactos estables con los socialdemócratas y/o Los Verdes. Es decir, la obligará a definir políticas de Estado que amplíen o desborden las visiones y los planteamientos estrictos de partido. Esto en cuanto a las políticas domésticas, pero también en cuanto a Europa. Alemania ya concentra los núcleos del poder económico europeo y la continuidad renovada del modelo económico alemán está ligada a la suerte de Europa. Pero la estabilidad de Europa pasa por la profundización de los procesos de federalización del proyecto europeo. Aunque esto signifique pérdida de soberanía estatal de los miembros. Por cultura política o por visión geoestratégica, ni Francia ni Gran Bretaña están en condiciones de liderar el proceso de construcción europeo. ¿Lo sabrá hacer Merkel?