PEQUEÑO OBSERVATORIO

Barbas contra las barbaridades

Las hay largas que bajan por el pecho, claras y espesas; la cantidad y la calidad del pelo condicionan el estilo

John Rooms, dueño de la marca Macho, especializada en la barba.

John Rooms, dueño de la marca Macho, especializada en la barba. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me da la impresión de que cada vez hay más hombres con barba. Naturalmente, no dispongo de datos, es una opinión muy personal basada en la gente que pasa por mi calle, y también, quizá, en algunos profesionales, periodistas incluidos, a los que a menudo me encuentro cuando voy a comer a Lázaro. Ya sé que no tiene ningún valor estadístico. De todas maneras, sé que generalizo, y que generalizar supone sacar conclusiones sobre un hecho solo relativamente comprobable. Pero echo la vista unos cuantos años atrás, he de decir que el panorama ha cambiado –y nunca mejor dicho 'panorama'–, entonces lucían barba un par de escritores adultos o ya ancianos. 

 No he osado nunca preguntarle a nadie por qué se ha dejado crecer la barba. Sé la pereza que me da recordarme que tengo que afeitarme. Y a veces quiero convencerme de que "hoy no hace falta", que hoy "no se nota mucho" y que ya me afeitaré mañana. Pero llega mañana y  cuesta más continuar excusándose. Dejarse barba es algo muy antiguo. Si miramos cuadros antiguos, descubriremos gran cantidad de personajes ilustres con barba. De varios estilos. Hay barbas largas que bajan por el pecho, barbas claras y barbas espesas. La cantidad y la calidad del pelo condicionan el estilo de esta. 

Objeto de diseño

La barba es un objeto de diseño, y los barberos lo saben y lo practican. Es indispensable que los barberos y los clientes pacten claramente cómo tiene que ser la barba. No sea caso que el corte de la barba sea una barbaridad.

No sé si todavía sigue viva una fórmula que se usaba a la hora de pagar una comida compartida: tantas pesetas por barba. Quizá con los euros se haya perdido. Y ya es impensable decir que alguien "s‘ha fet la barba d’or" para expresar que se ha enriquecido. Recuerdo una canción que decía: «Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad...». Lo siento, las barbaridades que hoy se producen en el mundo también avanzan sin cesar.