Peccata minuta

Azafato

El 'british style' se fue a tomar por saco y todo fueron manos en el culo, la cintura o las piernas, suspiros en el cuello y babosas palabras

FINANCIAL TIMES

FINANCIAL TIMES / periodico

JOAN OLLÉ

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Si te cuentan que se reúnen 300 personas para cenar, todas ellas de sexo masculino, puedes pensar en una sociedad gastronómica  vasca, en un refectorio vaticano o en una cuchipanda gay. Pero no: la cosa tuvo lugar en el lujoso hotel The Dorchester de Londres –ciudad con tradición de clubs privados para ricos con esmoquin para que la ceniza del puro no les ensucie las solapas– donde 360 benefactores del Presidents Club Charity, institución de empresarios, financieros y políticos llevan más de tres décadas compartiendo mesa anualmente para recaudar fondos en favor de la Santa Infancia.

Luego te enteras que la organización de esta Santa Cena ha contratado los servicios de 130 señoritas, salidas de un casting de guapura, a las que se exige acudir a dicho acto, en condición de azafatas, luciendo ropita negra –cuanto más breve mejor– lencería a juego y calzado alto a cambio de 172 euros y 28 para la vuelta a casa en taxi.

La hábil periodista del 'Financial Times' Madison Marriage, que se coló en el ágape  disfrazada de florero, relata que, después de la cena, el 'british style' se fue a tomar por saco y todo fueron manos en el culo, la cintura o las piernas, suspiros en el cuello y babosas palabras que balbuceaban servicios  que no entraban en el contrato de las chicas –que no podían quejarse, ya que habían suscrito una cláusula de silencio–.

¿Son estas las primeras consecuencias morales del 'brexit'? Estos caballeros –y aquí pagan justos por pecadores ya que imagino que algunos no participaron en el acoso– saben perfectamente que existen unas profesionales que les hubieran atendido exactamente como ellos deseaban, aunque esto les hubiese llevado a ser tildados de «puteros», palabra que no acaba de rimar con el glamur de paraguas y bombín de los paseantes de la City. «Se equivocaron de profesionales», según reza la canción de Paolo Conte

No imagino a Mariano Rajoy formando parte de esta selecta manada de metedores de mano;  a él no le ha hecho falta nocturnidad ni una copita de más para lanzar a pleno día y ante los micrófonos un brutal escupitajo contra la mayoría absoluta de la población española  –es decir, las mujeres– al ser preguntado por la equiparación salarial entre los dos sexos: «¡Uy, en eso mejor no meternos!» soltó el Pantocrator.

Dignidad corrompida

Si este gran demócrata  y voraz lector del 'Marca' y la Constitución nos acaba de asegurar que ningún corrupto del PP –ni el dichoso M. Rajoy– ya  no milita en el partido, ¿por qué no se ha dado inmediatamente de baja después de corromper la dignidad de millones de compatriotas? Ahora que el Real Madrid vive horas tan negras, igual le fichan de azafato de palco.