Análisis

Atrápame si puedes

Los catalanes quieren cambios; los políticos, ganar elecciones. Ambas cosas a veces coinciden, pero no son lo mismo

ANTÓN LOSADA

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Hace tiempo que en eso que fuera de Catalunya llaman el procesose disputan dos carreras simultáneas. El problema es que hace bastante que coinciden mal sus tiempos y sus metas. La primera la corre una sociedad catalana harta de comprobar cómo sus legítimas reivindicaciones se pudren en una política española donde parece que todo cuanto se siente o se pide lejos de la Puerta del Sol jamás tuviera importancia, o solo sirviera para malgastar su valioso tiempo.

La segunda carrera la compiten Convergència y Esquerra por la supremacía en el espacio nacionalista. En el 2012 Artur Mas convocó elecciones para llegar a la mayoría absoluta sobre la ola reivindicativa desencadenada por el fracaso del Estatut. Pensó que la decisión de la derecha española de convertir a Catalunya en un arma electoral compensaría dos años de recortes brutales. Se equivocó. Convergència se encontró con una ERC que corría mejor por la calle soberanista. Los convergentes asumían el coste de gobernar y los republicanos ingresaban los beneficios.

El derrumbe del clan Pujol Pujolempujó a la entonces CiU fuera de la pista. Artur Mas necesitaba una marca nueva y más tiempo. Oriol Junqueras aceptó esperar, convencido de la inevitabilidad de su victoria. La convocatoria en diferido para el 27-S les venía bien a ambos, aunque su carácter plebiscitario era una cuestión de supervivencia para CDC. Ofrecía la única manera de marcar a sus competidores.

La lista del presidentrepresentó un hábil esprint que permitió a Artur Mas recuperar el paso y trasladar la presión ambiental a los demás. Desde ese momento el tiempo empezó a correr contra ERC. La capacidad de movilización e influencia social tras décadas de poder convergente hizo el resto. Ahora era Mas quien exhibía una zancada más larga y al resto no le quedaba más remedio que acelerar. Acaba de proponerse una lista común sin políticos. No descarten que alguien acabe sugiriendo una lista sin candidatos. Nunca se sabe cuándo se va a parar de correr

En política el tacticismo siempre acaba dándose de bruces con el mismo problema: la realidad no espera quieta. Mientras ellos se divertían corriendo en círculos, la sociedad que deseaba avanzar en línea recta buscó nuevos corredores. Y así, donde solo había dos espacios posibles, a favor o en contra, apareció un tercer espacio transversal, capaz de competir con unos y otros.

Ahora a Esquerra ya no le va tan bien en las encuestas y no le parece tan mala idea la lista única mientras la CUP les devora por la izquierda. A los convergentes les va mejor la demoscopia y ya no corre tanta prisa una lista con el president, aunque fuera sin el president. Al PP y a Ciudadanos les vale todo lo que sea lío y los socialistas se conforman con poder sobrevivir.

Los catalanes quieren cambios; los políticos, ganar elecciones. Ambas cosas a veces coinciden, pero no son lo mismo. Cuando se pretende dar una por otra suele pasar como en la película de Steven Spielberg y Tom Hanks, al final te cazan. No se trata de ganar, se trata de llegar.