El año en que desaparecieron Convergència y Unió

CDC ha dado paso a un nuevo partido y UDC se encuentra en un proceso concursal que le puede abocar a la liquidación

Reunión de la ejecutiva de CiU tras las municipales de mayo del 2015.

Reunión de la ejecutiva de CiU tras las municipales de mayo del 2015. / periodico

ASTRID BARRIO

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Si el año 2015 nos dejó la desaparición de CiU, la que fuera la formación más exitosa del nacionalismo catalán, el 2016 ha sido el año de la desaparición de los dos partidos que la integraban: CDC porque ha dado paso a un nuevo partido y UDC porque se encuentra inmersa en un proceso concursal, el primero que afronta un partido en España, que le puede abocar a la liquidación.

Convergència empezó el año teniendo que renunciar a Artur MasArtur Mas, el líder del pospujolismo, de la travesía en el desierto y principal artífice del proceso soberanista a cambio del apoyo de la CUP a la investidura. Acuciada por los escándalos de corrupción y con el firme propósito de emprender un cambio profundo en la organización puso en marcha un proceso participativo que recibió el nombre de 'Torn Obert',  por medio del cual los militantes y simpatizantes se decantaron por liquidar la formación y por fundar un nuevo partido.

Así, en julio, la antigua CDC dio paso al Partit Demòcrata Català, formación que nació con mal pie porque le fue denegada la inscripción en el registro de partidos del Ministerio del Interior. Por un lado, porque se consideró que el nombre elegido --que ya había desatado las protestas de sus socios de Demòcrates de Catalunya, la escisión independentista de Unió--  se prestaba a confusión con otros partidos ya existentes. Y por el otro, porque se cuestionó la legalidad, no del objetivo político del nuevo partido, que a diferencia de CDC se declaraba explícitamente independentista, sino del hecho de que no se descartase ninguna vía para conseguirlo.

Subsanadas las deficiencias, la antigua Convergència ha acabado siendo el Partit Demòcrata Europeu Català, un partido sin cartel electoral liderado por una nueva generación de dirigentes locales que si bien pueden garantizar la implantación territorial y una nutrida presencia municipal, puede acabar condenándolo a ser un partido de comarcas si no tiene 'senyors' de Barcelona al frente.

Unió, tras un nuevo fracaso en las elecciones generales del 20 de diciembre del 2015, vio confirmada su condición de fuerza extraparlamentaria desencadenando la renuncia de Josep Antoni Duran LleidaJosep Antoni Duran Lleida, el líder que había pilotado el partido desde los años 80. De la mano de Ramon Espadaler, en julio realizó un congreso consagrado a la reforma organizativa y aspiraba a realizar uno nuevo en otoño para definir el proyecto político, un congreso que no se llegó a realizar porque el elevado nivel de deuda del partido lo llevó a entrar en un proceso concursal. En ese contexto, Unió ha optado por reactivar su fundación, INEHCA, que tiene las cuentas cuadradas y que mantiene intactos sus contactos internacionales, en la perspectiva de refundar el partido, prácticamente en estado de hibernación, y de contribuir a la creación de una nueva fuerza catalanista de centro.

El 2016 acaba, pues, con el PDECat en franco retroceso y con Unió casi extinguida. Y mientras tanto, ERC Oriol Junqueras se crecen.