IDEAS

Esta columna es basura pretenciosa

MIQUI OTERO

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Por fin he descubierto por qué escribo tanto sobre la adolescencia: es el momento cuando uno no distingue aún qué vino es mejor, si crianza, cosecha o reserva. O, en otras palabras, su carácter, y por tanto su destino, está por forjar: no sabe si jamás se fijará en estas cosas o si se conformará con los caldos que le sirvan o si intentará medrar hasta poder catar los más caros. Si será fiel a sus raíces o un arribista, humilde o pretencioso. O todo a la vez.

"Una obra dramática en la que habla un solo personaje", leía ayer en la etiqueta de un vino. Pensé que se refería al típico parlanchín de bar con nariz bulbosa que insiste en explicarte su vida, pero continué: "Obra y personaje se unen en un vino que nos habla…".

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Agucé el oído y no escuché al líquido púrpura decir ni mu. Me lo bebí y al rato el que hablaba era yo sobre un ensayo que acababa de leer: 'Pretentiousness: Why It Matters', de Dan Fox. Aunque lamenta el falso oropel de los que se tiran el pisto de cómo el vino dibuja lágrimas en la copa, Fox expone que el pretencioso no es consciente de que su ambición excede su capacidad. Algunos ven su comportamiento vergonzoso y otros, un inocente y tragicómico exceso de esfuerzo, pero el caso es que David Bowie fue tachado de pretencioso y Galileo Galilei ni te cuento. Todo en la música pop, y en la ciencia, es pretensión: salir de donde estás, ser lo que no se espera de ti, avanzar.

Aquí se venden 90.000 copias de una guía de vinos, pero la retórica del presidente se acerca más a la de Cañita Brava que a la de Manuel Azaña, se penaliza la filigrana de Neymar, aquello que se nos escapa es pasto de gafapastas y todo personaje público se espeja en ese concursante de 'Gran Hermano' cuyo lema es "yo es que yo soy así". Así que quizá deberíamos ser un poco pretenciosos. Maldecir la soberbia cuando viene de arriba pero fomentar la ambición, el disfraz ("dale una máscara y te dirá la verdad", dijo Oscar Wilde) y el derecho al fiasco del que empuja desde abajo. Y cuando algún talibán de lo normal (y lo normal no deja de ser una imposición) nos escupa que somos pretenciosos, contestarle lo mismo que Harry en la serie británica 'Fawlty Towers': "Pretencioso, 'moi'?".