La rueda

Alicia en el país de nadie

ENRIC MARÍN

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No me parece que Alicia Sánchez-Camacho sea una política ingenua y faltada de inteligencia o astucia. Por eso mismo su último error de cálculo renovando la propuesta de un nuevo modelo de financiación singular para Catalunya es muy significativo. El portazo de sus compañeros de partido ha sido tan espectacular que invita a la befa. Pero no. Sánchez-Camacho es perfectamente consciente de que el PP catalán tiene menos autonomía que una sucursal bancaria. Cierto. Pero vive en Catalunya y está informada. Sabe qué pasa en la calle y tiene contactos con las élites económicas y mediáticas catalanas. Es perfectamente consciente de que la dimensión y la importancia de la oleada soberanista que hace años se incuba en Catalunya no se puede detener con una campaña de propaganda torpe liderada por el político que menos crédito tiene entre la ciudadanía catalana: Rajoy.

Ha compartido el mismo error de apreciación que las élites catalanas que le piden a ella, a Navarro o a Duran que ablanden las posiciones de las élites españolas con voluntaristas reformas constitucionales o desenterrando pactos fiscales. Todos chocan con el mismo muro y el fracaso siempre tiene un punto de humillante. ¿Por qué? Madrid nunca transigirá ni con la consulta ni con el pacto fiscal. Permitir la consulta obligaría a asumir un proceso negociador derivado de los resultados. Y los partidos centrales españoles no quieren asumir este escenario. Se creen más seguros usando la Constitución como escudo. Y en cuanto al pacto fiscal, la suma de intereses consolidados a lo largo de los años en base a un sistema de financiación autonómica opaco e injusto hace imposible su discusión serena. Cuando los barones territoriales del PP o del PSOE oyen hablar de una cosa tan obvia como el principio de ordinalidad saltan todas las alarmas. Y se dispara la violencia retórica.

Sánchez-Camacho ya sabe que ha entrado en tierra de nadie.