El epílogo

Alerta con el basuco

ALBERT Sáez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La llegada de una nueva droga llamada basuco es una realidad en nuestras calles. Varias aprehensiones y los informes de la policía validan esta hipótesis. No se trata de un fenómeno extendido entre los jóvenes pero sí de una realidad creciente. Por este motivo roza el absurdo el intento de las autoridades sanitarias de negar la evidencia para evitar el alarmismo. Justo lo contrario.

El proceso de seducción de muchos jóvenes con la droga empieza precisamente con el factor de la novedad como banderín de enganche. Los nuevos productos se presentan en el supermercado de la calle con etiquetas que los venden como sustancias que no provocan adicción, que no tienen efectos secundarios y que no dejan secuelas a largo plazo. Posiblemente las primeras ventas de basuco se han hecho en nuestras calles al grito: «te pone como la coca pero sin engancharte y a mitad de precio».

En este contexto no tiene demasiado sentido abrir una guerra terminológica entre las autoridades policiales y sus correligionarios de los departamentos de salud. La prioridad debería ser alertar a los primeros consumidores de basuco para que, como mínimo, sepan lo que están haciendo y las consecuencias que puede tener.

Un problema silenciado

El caso del basuco nos obliga a volver la mirada sobre el drama de la droga, que demasiado a menudo dejamos en segundo o tercer plano. ¿No forma parte de la tan deseada política de prevención informar de la aparición de nuevos compuestos? ¿No debería ser un trabajo coordinado de sanidad y seguridad divulgar estos nuevos fenómenos? ¿Silenciar la presencia del basuco en Catalunya y en España servirá para evitar que los jóvenes caigan en sus garras? La oportunidad política o los celos competenciales no pueden pasar por delante del servicio público y de la salvaguarda de la salud pública. El basuco es una realidad incipiente en nuestras calles, podemos mirar hacia otro lado o podemos plantarle cara y decirle a los jóvenes que el hecho de ser una droga más barata no la hace menos peligrosa.