Pequeño observatorio

Abrir o seguir caminos

En un pueblo que no recuerdo, oí que un hombre decía de mí: «Es un caminante»

Camiones parados en el área de servicio de La Panadella.

Camiones parados en el área de servicio de La Panadella. / MAR MARTÍ (ACN)

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Dos escritores que respeto mucho coincidieron en interesarse por una novela vestida de reportaje que publiqué hace ya muchos años, en 1958. No había pensado más, hasta que Isabel Martí, editora de La Campana, decidió que era una historia que valía la pena resucitar, aunque tiempo atrás ya se habían hecho varias ediciones.

La reaparición de 'Combat de nit' me ha hecho pensar en la realidad que se manifiesta en la vida: la existencia del poder y la fragilidad. Ver pasar por la carretera una de esas máquinas –máquinas de tres dimensiones altas, anchas y largas– es un gran espectáculo si lo miramos a cierta distancia. Pero si adelantamos una de esas masas tenemos la impresión de que el anticipo no se acabará nunca, porque los camiones de hoy son cada vez más largos y más anchos. 

A menudo llevan miles de kilos y a su lado nos sentimos como hormigas.

No sé si la palabra carretera proviene de carro, pero los tiempos han cambiado. En cualquier caso, ya no hay carros en las carreteras, ahora deberíamos llamarlo camioneras.

Mi afición a las etimologías fracasa absolutamente cuando intento saber cuál es el origen de la palabra camión. No parece que tenga ninguna relación con camino.

Yo siempre he sido amigo de los caminos, que me han llevado a territorios desconocidos, y en mis viajes a pie, cuando dudaba por donde debía seguir siempre encontré alguien que me encaminaba. Y en un pueblo que ya no recuerdo oí que, en la plaza, un hombre decía de mí, del forastero: «Es un caminante».

En castellano hay una frase espléndida: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar».

Los automóviles, los trenes. los aviones ya tienen el camino hecho. También algunas personas. No es malo. Pero vivir supone sorprenderse.