TEATRO

Pijos de Rusiñol a La Cubana

La compañía más terapéutica vuelve con 'Gente bien', una estupenda opereta sobre los nuevos ricos de ayer y de hoy

Gente bien, de La Cubana

Gente bien, de La Cubana / periodico

IMMA FERNÁNDEZ

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Por suerte, el casamiento de Violeta con el indio Vickram Sodhi, que costó lo suyo, fue todo un éxito. 'Campanades de boda' estuvo repicando durante tres años, incluida una gira por España; salieron las cuentas y sus protagonistas --La Cubana-- ya están de vuelta con otro festín teatral en el Coliseum. La 'troupe' más terapéutica del país regresa por todo lo alto para hincarle el diente a los nuevos ricos, de ayer y de siempre, y al musical, el único género que, según «sus asesores», les puede dar de comer en estos tiempos. En 'Gente bien', el colectivo capitaneado por Jordi Milán ha llevado a su terreno el sainete de Santiago Rusiñol, que en 1917 echó a la hoguera de las vanidades a los burgueses de nuevo cuño; figurantes con título nobiliario que para entrar en la alta sociedad relegaban el catalán a la intimidad, como Aznar años después. El castellano hacía más fino.

Milán ha cogido a los pijos del «visionario» Rusiñol y, tras sacarlos a dar el cante en la Barcelona de 1917, los traslada a otras tres épocas. A 1951 --cuando nacieron Milán y otros miembros de La Cubana--; a 1980, cuando vio la luz la compañía, y al 2017, cien años después del texto original. Un viaje en el que se repite la ecuación del nuevo rico: «Necesidad de aparentar + escándalos». Son, dice el creador, los rasgos distintivos de esos especímenes que se perpetúan a lo largo de las décadas con distintas máscaras, bigotes e idiomas de cabecera. De la burguesía industrial a las empresas 'offshore', pasando por el estraperlo franquista y las recalificaciones en traje de pana socialista.

La trama de Rusiñol les va de perlas a los teatreros, que han montado una opereta --con la estupenda música de Joan Vives-- de alto copete. Los números cantan: 30 kilos en joyas (¡que no se enteren los cacos de la Kardashian!), 190 pelucas, 180 trajes y sombreros que serían la envidia de Ascot. Y la casa es grande: 15 actores para un récord de 162 personajes. Así las gasta La Cubana. Por no hablar del monumental palacete que han construido en el Teatro Coliseum para acoger como se merecen a los flamantes condes de Rierola, los protagonistas de Rusiñol.

NOBLES CHARCUTEROS

Para estar a la altura y tono de tan distinguidos personajes, Milán ha rescatado a las voces «más cantarinas» del histórico grupo; y a Mont Plans (se lesionó en un ensayo) y Mercè Comes, que lo borda como hilarante madre del conde, reacia a cambiar de hábitos, y mucho menos de lengua, para encajar en la élite. El director, más actor que nunca en esta obra, ha seguido el divertido enredo de Rusiñol, aunque cambió el origen de la fortuna de los Rierola. Son charcuteros. Elección que, aclara, no va con segundas (por lo de los chorizos). El caso es que se lía una gorda cuando al atribulado conde le convencen de que debe echarse una querida, que da prestigio...

«Amantes y escándalos, si no, no eres nadie», resume Milán, que, atención, presenta el show como «un estriptís» de La Cubana. El gran engaño y la magia del teatro. En 'Gente bien' hacen hasta magia negra. Eso sí, en connivencia con el respetable. Ya lo verán. Espectacular.