CIUDAD ON

Bancos con crédito literario

Cinco asientos de Pau Casals han amanecido con los nombres grafiteados de cinco autores clásicos. ¿Un rescate bancario en versión callejera?

Nombres de peso con aura vandálica: Foix, Bukowski, Kafka,  Camus y Lorca. JULIO CARBÓ

Nombres de peso con aura vandálica: Foix, Bukowski, Kafka, Camus y Lorca. JULIO CARBÓ / periodico

Ana Sánchez

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María se acerca corriendo -«¿qué es lo que hay?»- como si le acabaran de cambiar algo de sitio en su casa. Lleva 15 años pidiendo limosna en esta avenida: Pau Casals. «¿Por qué hace fotos todo el mundo?», pregunta mirando adonde apunta el iPhone: uno de los cinco bancos instalados a pocos metros de Francesc Macià. «¿Qué es Lorca?».

Lorca, Bukowski, Camus, Foix, BukowskiCamusFoixKafka. Por un momento dudas si estás mirando un puñado de bancos o el catálogo de obras completas de Planeta DeAgostini. Cada nombre está escrito en un asiento con espray negro y prisa vandálica. ¿Un rescate bancario en versión callejera? Desde luego, nadie negará que son bancos con crédito renovado.

Al principio uno se siente como si se hubiera colado en un 'gag' de los Monty Python: te aposentas en el banco de Bukowski y por unos segundos esperas que alguien te dé una carta con temas de conversación acordes con el autor. «¿Bukowski? Le recomendamos hablar de decadencia, sexo y drogas».

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Ahora mismo hay otros tres bancos ocupados: el de Camus, Foix y Kafka. Ninguno de sus ocupantes se ha fijado en el nombre sobre el que han sentado sus posaderas. «Tal como está pintado, parece más un acto vandálico que una reivindicación literaria», se excusa Miguel Ángel mirando a Kafka. Es médico y le gusta leer, dice mientras analiza el resto de bancos. «En Central Park, la gente puede pagar y poner una placa en un banco», da ideas. Su moraleja: «La brigada de limpieza sí que se acordará de Kafka, Bukowski y Foix».

"PURO VANDALISMO"

¿El perfil de este grafitero literato? A uno le viene a la cabeza un enmascarado con gafas o un hombre blanco de mediana edad, dependiendo de cuál sea su serie de cabecera. Lo que es casi seguro es que es catalán (ahí está Foix, vecino de Sarrià, en esta selección universal) y que está triste o enfadado, si también es suyo el espray negro del extractor del párking de al lado: «Lloro».

«Es puro vandalismo», resume la acción Robert Burt, encargado de uno de los centros neurálgicos del grafiti barcelonés: la galería de arte urbano Base Elements. En temas literarios con espray, él remite a <strong>Yuri Pezkhamino</strong>: poeta callejero chileno con estudio en Poble Sec. Empezó a escribir en las paredes de su barrio agujereadas por balas. Uno de sus poemas-grafiti aún no lo han borrado de la calle del'Abat Safont: «Corazón en almíbar / sueños etéreos / barrigas tostadas al sol / abre la boca y suelta tu lindo silencio».

Al ver las fotos de los bancos, a Yuri le entran «dos sentimientos encontrados», confiesa. «Una cierta admiración, no en sentido positivo, es una admiración sin juzgar. Conozco la literatura de estos escritores, sé que alguno durmió alguna vez en un banco. Parece un homenaje punk en plan 'no future'». Pero también le da pena. «Me da pena porque está hecho de una manera compulsiva. Parece que quiere que sepamos que lee y de alguna manera bizarra nos está recomendando estos autores». ¿Que cómo lo haría Yuri? «Lo pintaría con dedicación», responde.

«A mí me parece genial», opina otro poeta que deja versos por las paredes. Firma <strong>Bor der Line</strong> (se-pa-ra-do). Aún tiene acento argentino aunque lleva 26 años en Barcelona. La poesía, justifica su opinión, es lo que no te esperas. «La poesía está donde no tiene que estar», añade. La frase es de un poema que pintó en un espejo.