Wajda idealiza la figura de Lech Walesa
El cineasta polaco lava la imagen del líder del sindicato Solidaridad
La Mostra de Venecia ofreció ayer una jornada aciaga para los buscadores de glamur: por un lado, dos directores que encajan en la definición que el diccionario hace de la palabra anciano, el polaco Andrzej Wajda y el francés Philippe Garrel; por otro, un taiwanés considerado de la línea dura, durísima, del cine de autor, Tsai Ming Liang.
Walesa, hombre de esperanza es el intento de Wajda -87 años- de recordar al mundo los logros de Lech Walesa, que en los 70 creó el sindicato obrero polaco Solidaridad y en los 80 resultó instrumental en la caída del régimen comunista en el país, y que por ello obtuvo el Premio Nobel de la Paz. «Walesa llevó la libertad a Polonia y provocó la caída del muro de Berlín», aseguró ayer el director.
Trufando su recreación de imágenes documentales, Wajda esencialmente lleva a cabo un lavado de imagen para su héroe, cuyos logros se vieron ensombrecidos por su tendencia al puñetazo en la mesa cuando después presidió Polonia -y por sus más recientes declaraciones contra la homosexualidad-. Y se centra tanto en magnificar e idealizar sus virtudes políticas que se olvida de dotarlo de emociones humanas.
De hecho, la película se llama Hombre de esperanza pero bien podría haberse llamado como cualquiera de otras dos obras previas de Wajda, El hombre de mármol y El hombre de hierro, que ofrecían un retrato más completo de la época y los hechos. Puede que la nueva obra funcione como mera propaganda, pero es una recreación histórica miope, y un drama más pesado que el plomo.
Más inspirado se mostró con La jalousie el otro abuelo de esta Mostra, Philippe Garrel. Usando como de costumbre a su hijo Louis de protagonista, e inspirándose en la historia de su padre Maurice -que abandonó a la madre de su hijo para irse a vivir con otra actriz-, Garrel ofrece una colección de escenas sentimentales de una inesperada calidez emocional y grandes momentos repletos de verdad. La prensa italiana la abucheó. Este festival necesita hacérselo mirar.
ADIÓS DE TSAI / En todo caso, nada tan destacable de la jornada como la nueva película de Tsai Ming Liang, posiblemente la única auténtica obra maestra del concurso: Stray Dogs, que encadena una serie de secuencias de belleza apabullante para contar la historia de una familia rota que vive en los márgenes de Taipei. En tanto que se construye a partir de planos fijos y larguísimos de sujetos a menudo estáticos y diálogos mínimos -el estilo inconfundible de su autor-, la película posiblemente será catalogada de obtuso cine arty cuando, en realidad es una obra sorprendentemente sencilla que nos arroja a una riada de emociones demasiado inmensas para ser articuladas. Tsai, que ya ganó el León de Oro en 1994 gracias a Vive L'amour, ha anunciado que esta es su última película. El cine perderá a uno de sus grandes poetas.
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