CUARTA INCURSIÓN EN LA NOVELA DEL AUTOR

Tres minutos intensos

David Trueba publica 'Blitz', una ficción sobre la percepción del tiempo

El novelista y director cinematográfico David Trueba, ayer en la presentación de su libro en Barcelona.

El novelista y director cinematográfico David Trueba, ayer en la presentación de su libro en Barcelona.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Dos anécdotas, una graciosa e intrascendente y otra con mucho más intríngulis, están en el sustrato de 'Blitz', la cuarta y última novela de David Trueba (Anagrama). La primera fue la recomendación de un dentista del uso de un reloj de arena de tres minutos para que su hijo calculara el cepillado de dientes. «Al minuto y medio el chico estaba desesperado, aquello se hacía interminable». La otra le sitúa a él veinteañero, paseando con una mujer de 60 años a la que admiraba mucho y que en un determinado momento le cogió por el brazo y, amigable, apoyó la cabeza en su  hombro. «En ese momento pasó un compañero de facultad en coche y yo me aparté  en seguida. Ella me dijo: ¿Tienes miedo de que te vean con una vieja? En seguida me sentí un miserable. Tanto que no me libero de ese gesto con este libro que habla precisamente de eso».

La idea del tiempo y la endiablada percepción que tenemos de él está en la base de esta historia en la que un arquitecto paisajista en la treintena presenta a un concurso en Múnich su «jardín de los tres minutos», donde los árboles han sido sustituidos por relojes de arena. El abandono abrupto de su novia por un cantante uruguayo -que no es Jorge Drexler- lleva al protagonista, también machacado por la crisis económica, a un sentimiento de orfandad a todos los niveles del que le rescatará un sexagenaria alemana cuya apariencia poco tiene que ver con Sharon Stone.

Si en la presentación de su anterior novela, 'Saber perder', el pequeño de los Trueba aseguraba que prefería «perturbar a masturbar», ahora, y pese a mostrar pormenorizadas escenas de sexo intergeneracional, se decanta por otro verbo más plácido. «Prefiero 'observar', quizá ahí se note que me he hecho mayor». Y añade: «La gente suele tener antes una opinión que una observación previa de las cosas. Nos tomamos todo con tanta aceleración que nos falta reposo para mirar y fijarnos en los detalles». Lo que le lleva a una encendida defensa del individuo frente a la masa. «Me fastidia cuando se habla de la gente en general. No sé qué es la gente. Cuando, por ejemplo, Podemos hace bandera al decir que son 'La Gente'. Yo creo que es una suma de personas, que pactan entre sí, por supuesto, los temas importantes y nada más. Quizá por esto me siento un poco aparte en estos tiempos de patriotismos colectivos».

Desacuerdo

 Trueba, que escribió esta novela breve y aparentemente ligera en medio de la gira promocional de su galardonada película 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', busca con ella forzar el desacuerdo de ese lector en busca de la aceptación de los personajes. De ahí que se atreva con esa historia sexual nada convencional. «Cuando yo tenía 17 años, Rafael Azcona me recomendaba que me fuera con señoras maduras que me iban a enseñar muchas cosas», recuerda divertido. Y más divertido todavía, y un punto desazonado, se muestra cuando advierte que esta novela está provocando muchas preguntas indiscretas sobre su intimidad. «Pero eso en el fondo es bueno porque se están preguntando por la autenticidad de los datos».