ideas

Tolstói y los demás

JORDI Puntí

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estaba el otro día en la librería Laie y me fijé en que dedicaban el escaparate a la literatura rusa. Toda una muestra de obras traducidas que parecen avisarnos de una moda que se avecina. Por una parte está el centenario de la muerte deTolstói, que ha traído nuevas versiones de sus grandes obras, así como la edición de diarios y correspondencias. Por otra, la curiosidad de algunos editores arriesgados que buscan una oportunidad con sus nuevas apuestas. La caída de la Unión Soviética, hace dos décadas, dejó a la vista una tradición de autores disidentes, prohibidos y olvidados que hoy en día se siguen rescatando con aires de novedad. La máxima expresión de esta mirada hacia el pasado ruso fue el éxito de ventas deVida y destino, deVasily Grossman, pero también la edición de losRelatos de Kolimá, deVarlan Shalámov(Minúscula) o la singularEnvidia deIuri Olesha(Acantilado).

En el escaparate de Laie coinciden varios libros de Nevski Prospects, la editorial de Madrid que solo publica autores rusos. Uno de ellos esChéjov comentado, edición a cargo deSergi Bellver donde 16 escritores analizan cada uno un relato del padre del cuento moderno. También hay lugar para los autores que enlazan con la gran tradición épica rusa:Mijaíl Shólojov, de quien RBA va publicando su obra, yVasili Aksionov, escritor disidente y autor de la monumentalUna saga moscovita(La Otra Orilla).

A su lado, dos perlas que nunca vieron la luz en la URSS, por razones obvias.Gaito Gazdánov, que se fue a París en los años veinte, trabajó como taxista y lo contó luego enCaminos nocturnos(Sajalín), ySerguei Dovlatov, que emigró a Nueva York en los ochenta y dejó una serie de relatos autobiográficos, divertidos, sentimentales y delirantes como los que se incluyen enLa maleta (Labreu edicions). El obligado trago de vodka lo poneVenedikt EroféievconMoscú-Petushkí (Marbot), un viaje en tren que es lo más alcohólico que he leído nunca.

La alineación es fantástica y da fe de la vitalidad de nuestros editores. Solo un pequeño reparo: ¿y los autores actuales, los que escriben en la Rusia dePutin? Con alguna excepción aislada -Pelevin, Guelasimov, Kurayev-, siguen siendo unos desconocidos para nosotros.