FILANTROPÍA Y ARTE

Rockefeller: la subasta de los mil millones

El presidente de Christie's, Jussi Pylkkanen, en la subasta de 'Odalisque couchée aux magnolias', de Matisse

El presidente de Christie's, Jussi Pylkkanen, en la subasta de 'Odalisque couchée aux magnolias', de Matisse / .43239956

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Habiendo luchado tanto por la independencia de una corona, Estados Unidos se ha mostrado bastante entregada a construir su propia realeza. Sus aristócratas no lo son por título nobiliario, sino por poder, dinero e influencia. Y pocas dinastías ha habido con más de todo ello que la iniciada por John D. Rockefeller, el fundador de Standard Oil. Icono capitalista cuya huella no es difícil de encontrar en la geopolítica mundial, creó una de esas estirpes que extendieron sus tentáculos en la banca, la política o las propiedades inmobiliarias y sin las que no se entiende, entre otras cosas, la filantropía moderna. Y como está quedando claro estos días en Nueva York, la saga es también reina en el mundo del arte.

Este jueves acababan tres jornadas de subastas en la sede neoyorquina de Christie’s (ubicada precisamente en el Rockefeller Center) de la colección amasada por David Rockefeller, el último de los nietos del barón petrolero en morir, en marzo del año pasado a los 101 años, y la que fue su esposa durante más de cinco décadas, Peggy, fallecida en 1996. Solo la primera noche, cuando se vendieron 44 lotes de pinturas del siglo XIX y XX, las caídas de martillo se cerraron con una cifra total de 646 millones de dólares. Y algunos cálculos apuntan a que para cuando acabe la subasta de los 1.500 lotes, que ha incluido pujas online que terminan este viernes y en la que también cambian de manos porcelanas, joyas, muebles y cerámicas, se superará la cifra de los mil millones.

Será una marca histórica para una subasta benéfica (las ganancias se destinarán a 11 instituciones elegidas por los descendientes de la dinastía, desde el MoMA hasta la Universidad de Harvard o el Council on Foreign Relations). Y atrás quedará el récord anterior de una colección: los 484 millones que consiguió en el 2009 la subasta de más de 700 piezas de Yves Saint Laurent y Pierre Bergé.

Educación y estilo de vida

La historia de la colección Rockefeller pasa por la franqueza con que Marga Barr, esposa del primer director del MoMA, habló a David y Peggy Rockefeller cuando vio que su casa en el Upper East Side estaba llena de anodinas pinturas británicas del siglo XVIII. “Nos molestó un poco pero al reflexionar tuvimos que admitir que el arte que colgaba de nuestras paredes no era de gran calibre”, recordaba el banquero en sus memorias. “Decidimos poner más enfasis en la calidad de nuestras compras”.

En la subasta se han pagado 115 millones de dólares por un Picasso (el segundo precio más alto de una obra del malagueño), 80,8 por un Matisse y 84,7 por un Monet (récord para ambos artistas)

Lo hicieron y acabaron amasando la colección que Christie’s ha dejado claro que representa más que arte. El mantra que la casas de subastas ha repetido en sus presentaciones es “vive como un Rockefeller”. Y lo explicaba antes de la venta el presidente de Christie’s Americas, Marc Porter. “Esto es la creación de la fantasía. Para la mayoría de la gente, es sobre el glamur”.

No todo el mundo puede desembolsar los 115 millones que se acabaron pagando el martes por la 'Chica joven con una cesta de flores' que Pablo Picasso pintó en 1905 (el segundo precio más alto de una obra del malagueño), los 80,8 millones desembolsados por 'Odeslisque couchée aux magnolias' de Henri Matisse o los 84,7 millones de 'Nymphéas en fleur' de Claude Monet (récords para ambos artistas), pero había opciones más accesibles. Una caja de te de finales del siglo XVII, por ejemplo, salía a la venta con un precio estimado de entre 300 y 500 dólares. El comprador, no obstante, acabó pagando 3.000.

Con la subasta, organizada por David Rockefeller Jr, se cumple lo que su padre anunciaba que acabaría pasando ya en 1992. “Todos estos objetos que nos han dado tanto placer a Peggy y a mí saldrán al mundo y estarán disponibles para otros cuidadores que, esperemos, extraerán de ellos la misma satisfacción y alegría que nos han dado a nosotros durante las últimas décadas”, decía.