Sitges, templo del arte

El Cau Ferrat y el Maricel reabren totalmente restaurados tras cuatro años de obras y 9,7 millones de inversión

NATÀLIA FARRÉ / SITGES

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Descubrir y redescubrir. Descubrir la colección Pérez-Rosales, unos fondos de primerísimo nivel -«su arte antiguo nada tienen que envidiar al del Museu Nacional d'Art de Catalunya y al del Museu Episcopal de Vic», afirma la directora del Patrimoni de Sitges, Vinyet Panyella-. Y redescubrir uno de los símbolos más asociados con el modernismo: la casa-taller que Santiago Rusiñol edificó con voluntad de desarrollar su concepción de arte total y convertirla en templo del modernismo. Esta es la propuesta que lanzan los Museus de Sitges tras cuatro años de cierre y una inversión de 9,7 millones de euros en la reforma de dos de sus centros estrella: el Cau Ferrat y el Museu Maricel. El primero reabre tal como siempre ha estado, de la misma manera que lo dejó Rusiñol a su muerte, pero con todas sus instalaciones restauradas y acondicionadas para cumplir los criterios de seguridad y conservación de un museo del siglo XXI. Y el segundo vuelve con un nuevo discurso museográfico que revaloriza una de las mejores y más desconocidas colecciones de arte, la ya citada Pérez-Rosales. Desde el martes se pueden visitar.

Rusiñol compró el Cau Ferrat en 1893, cuando decidió instalarse en Sitges. Allí, instaló toda su colección de hierro forjado (que da nombre al espacio), una de las más importantes de Europa. Luego llegaron las fiestas modernistas, el desfile de personalidades de la época -desde Joan Maragall a Benito Pérez Galdós- y sus fondos de arte moderno, con las joyas que conserva el centro. A la cabeza: Magdalena penitente y Magdalena penitente Las lágrimas de Sant PedroAmbos grecos los compró por indicación de Ignacio Zuloaga en París, en 1894, y llegaron a Sitges en una procesión laica. Los dos óleos se exponen ahora en Barcelona -aunque volverán temporalmente a Sitges para la inauguración-, pero cuando regresen definitivamente se ubicarán en el mismo lugar donde las colgó Rusiñol. Porque en la reforma «se ha manteniendo el espíritu modernista que Rusiñol le dio desde un principio», puntualiza Panyella.

Así, las 2.100 piezas que exhibe el Cau Ferrat han estado cuatro años fuera de su lugar habitual para poder restaurar todo el edificio -«en muy mal estado después de un siglo recibiendo sal, humedad y viento de levante»- y ahora vuelven a su emplazamiento original: los picassos al despacho y la colección de vidrio, que en 1902 Rusiñol compró a Alexandre de Riquer, al salón de inspiración neogótica, por poner dos ejemplos. La única novedad es la recuperación de cinco vitrales en forma de medallón que durante años han estado guardados debido a su mal estado.

Colección Pérez-Rosales

Pero si en el Cau Ferrat todo se mantiene igual que en época de Rusiñol pero mejorado (el azul añil que lucen ahora las paredes es el original), en el Museu Maricel se ha producido una revolución total. En el edificio del antiguo hospital de Sant Joan que el filántropo Charles Deering compró en 1909 y que Miquel Utrillo habilitó, es posible «recorrer la historia del arte del siglo X al XX con obras de primer nivel», afirma Panyella. Para ello, se ha hecho una selección drástica de los fondos que el ginecólogo de Barcelona Jesús Pérez-Rosales atesoró y donó, en 1969, a la Diputació, y que hasta ahora se mostraban de forma abigarrada y sin criterio. Y se han integrado con la colección del municipio, rica en modernismo y novecentismo, que el Ayuntamiento empezó en 1911 con la compra de la Maternitat de Joaquim Sunyer por suscripción popular.

Una limpieza drástica de piezas en exposición que permite que aflore «lo mejor de lo mejor», según Panyella, y así admirar obras tan remarcables como los dos retablos góticos del siglo XIV y la Maiestas Domini que lucen en la sala más emblemática del centro: la del mirador, una amplia cristalera que da sobre el Mediterráneo; y también las telas alegóricas de la primera guerra mundial que Sert pintó para Deering y que Pérez-Rosales recuperó, en 1968, de las paredes del Hotel Waldorf Astoria de Nueva York.