Amy Winehouse

¿Quién la mató?

El documental 'Amy' reparte la culpa entre la propia artista, la gente que la rodeaba y los medios

AUGE Y CAÍDA . Fotograma del documental 'Amy' en el que la cantante aún exuda lozanía, en el 2006. Abajo, Asif Kapadia, el director de la película.

AUGE Y CAÍDA . Fotograma del documental 'Amy' en el que la cantante aún exuda lozanía, en el 2006. Abajo, Asif Kapadia, el director de la película.

JUAN MANUEL FREIRE

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Pocos días antes del cuarto aniversario de su muerte por intoxicación etílica, el próximo viernes llega a las pantallas españolas Amy, el documental de Asif Kapadia sobre la soberbia cantautora soul-pop que dejó una carrera estelar a medias. A través de vídeos caseros, fotos, material de telediario, apariciones en talk shows y entrevistas hechas para la ocasión, el director Kapadia (Senna) traza el devastador arco argumental de Amy, desde unos inicios modestos (nunca pensó que fuera a dedicarse profesionalmente a la música) hasta un final prematuro, a causa de los excesos pero también de la bulimia y la depresión. Y de la gente que la rodeaba. Y de los medios y sus consumidores.

Amy no es una película de visión fácil. No solo por el dolor de ver a la artista pasar de la lozanía y la inocencia a la adicción y los conciertos desastrosos, sino también porque Kapadia reparte la culpa de ese declive entre todos. En cierta manera, viene a decir que todos tuvimos algo que ver en la prematura despedida de la artista.

Un padre aprovechado. El ascenso de Winehouse a la fama -con su debut largo, Frank, pero, sobre todo, el posterior Back to black- dejó al descubierto los peores instintos de familia y séquito. «Si uno mira con cuidado -ha dicho el director del documental- hay mucha gente que tomaba muchas decisiones o que eran conscientes de algo, ya fuera la bebida, la bulimia, o las drogas, y, aun así, nadie lo paró. Sobre eso va el filme realmente».

 

En la película se muestra cómo

Mitch Winehouse, padre de la artista, antepuso siempre la fama de Amy a su salud. Cuando el alcohol la dejó por primera vez en el hospital, Mitch consideró que su hija no necesitaba ir a rehabilitación. Ella lo cantó en Rehab: «No tengo tiempo y si mi papá cree que estoy bien…». Cuando Amy se marchó a la isla de Santa Lucía en el 2009 para tratar de desintoxicarse, Mitch la visitó, pero acompañado por un equipo de vídeo para rodar un documental.

Un marido inadecuado.  Amy conoció a Blake Fielder-Civil en un bar londinense en el 2005, y entabló con él una relación pasional. Blake la introdujo en las drogas duras, heroína y crack, cuyos efectos muestra Amy sin remilgos. Pero el infierno no son solo los demás, y cuando Fielder-Civil fue encarcelado por agresión y obstrucción a la justicia, ella persistió en sus adicciones.

Fielder-Civil se ha defendido de las insinuaciones del filme: «No creo que yo la arruinase, no», ha declarado al Times Magazine. «No era una mujer feliz, equilibrada… Y me parece irrespetuoso insinuar que yo era una especie de titiritero maquiavélico». En el documental, el retrato final de Blake es el de una persona superficial, vanidosa y probablemente manipuladora.

El maltrato público. La parte final de Amy corrobora cómo, a menudo, la gente gusta por igual de encumbrar a un artista y luego reírse de él si su suerte se tuerce. Cómicos haciendo bromas pesadas sobre su estado de salud. Titulares de prensa amarillista buscando su peor plano. O su último tropezón. Nada que ayude a nadie. «Todo el mundo se reía con todo esto -ha manifestado Kapadia-. Así que todos tenemos culpa porque todos reímos. Pero era una chica realmente dulce que simplemente se metió en líos. Sufrió de depresión. No es tan divertido».