CRÓNICA

Días tranquilos (o no) en Formentor

Las Converses Literàries en el enclave mallorquín han tenido como eje el femenino literario

El escritor francés Emmanuel Carrère en el Hotel Formentor.

El escritor francés Emmanuel Carrère en el Hotel Formentor. / periodico

Elena Hevia

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El Hotel Formentor en Mallorca nació hace más de ocho décadas con vocación de ejercer de imán para la cultura, entendida como en los viejos tiempos de los mecenas y la exaltación de la belleza, y ahí hay que echarle la culpa al paisaje. Hoy sobreviven ambas intenciones porque la familia Buadas, antigua propietaria del idílico lugar, con la colaboración de la cadena Barceló que lo dirige, y el paisaje, que se ha mantenido intacto, acogen desde hace nueve ediciones tanto los recuperados Premio Formentor como las Converses Literàries - los tiempos mandan- dirigidas ahora a un público mucho más amplio y popular que cuando Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma o Gabriel Ferrater triscaban entre sus rocas y sus playas en los 60.

El protagonista absoluto ha sido, es sabido, el rumano Mircea Cartarescu, Premio Formentor, que no dudó en bromear sobre la posibilidad de que el próximo galardón que reciba sea el Nobel -"un premio que perjudica gravemente la salud"-  pero también el francés Emmanuel Carrère, la otra estrella del encuentro, cuya presencia consolida el acuerdo alcanzado con la Feria de Guadalajara, que concede el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, para que el premiado del año anterior, en este caso el escritor francés, participe en los actos de las Converses y viceversa, ya que Cartarescu estará en noviembre en la ciudad mexicana. Que el Premio FIL y el Formentor se hermanen tiene su lógica, ya que ambos se dirigen a un perfil profundamente literario.

Una italiana y una alemana

Este año las Converses han tenido una cierta voluntad feminista, que bajo el paraguas temático 'Vírgenes, diosas y hechiceras' pretendía, quizá, poner una venda sobre una herida evidente: y es que en la nueva etapa del premio todavía no se ha distinguido a una mujer. Sí se premió, en cambio en los años 60 a dos autoras, la italiana Dacia Maraini y la alemana Gisela Elsner. Habrá que estar atentos al próximo año. 

Las conversaciones se han deslizado en varias direcciones: ahondar en el pasado para intentar comprender mitos seminales como en la intervención de Anna Caballé respecto a Cleopatra, de Javier Pérez Andújar y el hada Melusina, de Basilio Baltasar sobre Medea, o Antonio Orejudo, quien a través de la recuperación de unas actas de la Inquisición del siglo XVI sobre un ambiguo personaje llamado Eleno de Céspedes, cuya historia dosificó con aires de ‘thriller’, puso en evidencia las penurias de una mujer lesbiana obligada a travestirse de hombre. La sorpresa (relativa porque es un excelente lector) vino de la mano de Joaquín Reyes que por una vez puso en sordina su personal humor manchego hablando de la extravagante Jane Bowles y las novedades vinieron con Laura Fernández (quien habló de la inquietante autora norteamericana Joy Williams) y el escritor Kiko Amat (enamorado de la tejana Mary Carr y su hilarante a la vez que terrible ‘El club de los mentirosos’). Además, tres reputados biógrafos como Gerald Martin (García Márquez), Pierre Assouline (Hergé y Cartier Bresson) y la norteamericana Judith Thurman (Colette e Isak Dinesen) hicieron verdaderamente internacional el encuentro.

Recuerdos de Ginevra

Y entre todos los buenos momentos del encuentro podría destacarse la vivaz presencia de la veterana editora italiana Ginevra Bompiani, hija del prestigioso Valentino Bompiani, que en 1962 con 22 años visitó Formentor en pleno fervor de las deliberaciones de un jurado liderado por Carlos Barral entre quienes se encontraban también Henry Miller y los italianos Italo Calvino y Alberto Moravia. Desde aquellas fechas, Bompiani no había regresado a Formentor. De aquellos días dedicados a la literatura, a los bailes, el glamour  y a las aventuras eróticas, Ginevra recordó cómo Italo Calvino visitó la isla cercana del mismo nombre con la esposa de un poderoso editor con esa intención y también cómo Moravia luchó a brazo partido con el resto del jurado para que ganara su entonces amante, Dacia Maraini, por la que acabaría dejando a su esposa, la escritora Elsa Morante.

La editora con un punto de malicia evocó aquellos tiempos en que “las mujeres eran solo conquistas para los autores”. ¿Participaban ellas en los debates? "No, ellos venían a hablar de literatura y a disfrutar de la vida y si una mujer no les acompañaba se buscaban otra. Por desgracia, a aquellas conversaciones las mujeres no tenían acceso”.  

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