80 AÑOS DEL INICIO DEL CONFLICTO
La guerra civil y Hemingway, en un desolador 'collage'
Pere Ginard resucita con sus ilustraciones basadas en fotos de la época 'El viejo del puente', la crónica que el Nobel convirtió en desolador relato del refugiado
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
ANNA ABELLA / BARCELONA
Son literalmente cuatro páginas. No le hizo falta más a Ernest Hemingway para evocar la desolación, la desesperanza y el sinsentido de la guerra civil, el miedo a lo que podía pasar cuando las tropas de Franco llegasen a orillas del Ebro aquel 17 de abril de 1938, Domingo de Pascua. Se trata de ‘El viejo del puente’, una crónica periodística de un episodio real de la evacuación de Amposta y la huida republicana que el Nobel estadounidense, entonces corresponsal de guerra, trocó en breve relato universal de la figura del refugiado. Libros del Zorro Rojo (en castellano y catalán) lo recupera en una cuidada edición ilustrada con 14 no menos sugerentes e inquietantes 'collages' digitales basados en fotos de la época realizados por el dibujante y cineasta Pere Ginard (Mallorca,1974).
El relato es sencillo: un “hombre viejo con gafas de montura de acero y ropa polvorienta” está sentado en un puente y, cansado, ve cómo ante sus ojos la gente marcha por la carretera hacia el norte. Un soldado se acerca a hablar con él pero a él le preocupan sus palomas, sus cabras y su gato, que ha tenido que dejar atrás. El ilustrador, que vive en Barcelona, sintió una doble presión ante la propuesta: “Me asusté. Por un lado me dijeron que los herederos de Hemingway raramente aceptan que se ilustren sus escritos. Por otro, vi que en el cuento no pasa nada, no hay acción, nada explícito, no hay batallas. Así que pensé, si él no lo hizo no lo haré yo. Él insinúa, sugiere y evoca más que enseña. No me sorprendió la austeridad de Hemingway, me recordó a la desolación de 'El viejo y el mar'. El anciano, su reacción al decir que no tiene ideas políticas pero que ha dejado su casa porque se lo han dicho, me conmovió”.
En el libro, con epílogo del hispanista Ian Gibson, que contextualiza los hechos, y una crolonogía de la guerra, Ginard ha evitado el melodrama pero mostrando el drama, e igual que el escritor no habla de muertos él no los enseña; le vale mostrar en su lugar caballos muertos en el Delta en la última ilustración ante un soldado solitario.
Ginard ha querido captar “la atmósfera opresiva, espesa, esa calma que precede a la inminente catástrofe, la amenaza que se siente”. Especialista en trabajar el 'collage' digital a partir de dibujos y grabados aquí lo ha hecho a partir de escaneados de fotografías de la guerra civil evitando las imágenes icónicas de una Gerda Taro y un Robert Capa por ejemplo y utilizando instantáneas anónimas pero con valor documental. “Son imágenes que sugieren ‘flashbacks’ o hechos paralelos y estados de ánimo en un escenario impresionista donde se ve la naturaleza sucia y masacrada”. Ranas muertas, un gato expectante, soldados en fila, paisanos con sus pocas pertenencias sobre mulas, mujeres y niños, heridos... y la mirada del anciano.
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