Estreno de un documental sobre un artista excepcional

Pepe & Rubianes

Manuel Huerga dirige el «retrato de un hombre libre» en el que sus grandes amigos rememoran al monologuista

Una imagen de 'Pepe & Rubianes', con la cena de los grandes amigos del humorista. Abajo, cartel del documental.

Una imagen de 'Pepe & Rubianes', con la cena de los grandes amigos del humorista. Abajo, cartel del documental.

JOSÉ CARLOS SORRIBES
BARCELONA

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En un piso del paseo de Gràcia, nueve comensales se reúnen alrededor de una amplia mesa para recordar y hablar sobre un amigo irrepetible. Se suelen encontrar de forma espontánea, no regular, con este nexo común. Al fondo hay una tele encendida con un partido del Barça. Esta vez tienen la compañía de cinco cámaras, las que hace un año grabaron una cena con un único tema de conversación: Pepe & Rubianes, el documental de Manuel Huerga y producido por Jaume Roures alrededor de un hombre (Pepe) y un artista (Rubianes) tan excepcionales como imposibles de disociar. Desde el 1 de marzo del 2009, día de su muerte a los 61 años por un cáncer de pulmón, son Las viudas de Rubianes.

La idea de Roures, cuando se acercaba el segundo anivesario de su fallecimiento, era glosar la figura del genial humorista galaico-catalán a través de una película documental. A Huerga, que fue un día invitado especial en una cena anterior de las viudas, le vino pronto a la memoria Broadway Danny Rose, el filme de Woody Allen en el que un grupo de amigos recuerdan, también alrededor de una mesa, a un compañero de profesión ya fallecido.

HOMENAJE CON COMILLAS / «Me arrepentí de no haber rodado el día en que me invitaron. Nunca me he reído tanto como en aquella cena», explicó Huerga ayer a este diario. Su  fórmula se aleja de «una hagiografía del personaje» con entrevistas «que le hubieran parecido una chorrada al propio Rubianes; es un homenaje con muchas comillas», subrayó el director. Los diálogos de la cena están mezclados con una selección de grandes éxitos de todos sus monólogos, con grabaciones caseras del propio Rubianes, viejas fotografías y un muestrario de sus recordadas entrevistas en televisión con Andreu Buenafuente, Albert Om y la de nueve horas que hizo con Toni Soler.

En este «retrato de un hombre libre» -como lo son sus protagonistas, incide Huerga- de hecho solo aparece una viuda real: Lucila Aguilera (estuvo siete años casada con Rubianes). Mejor dicho, dos. María Rosales fue años después su gran amor, y tras su ruptura ejerció de amiga y mano derecha, como regidora en sus obras, durante 15 años. El resto del colectivo es heterogéneo: artistas de largo recorrido como Joan Manuel Serrat, Joan Lluís Bozzo (Dagoll Dagom) y Joan Gràcia (Tricicle); Toni Coll, mánager de su mejor época; un actor y gran amigo, Pep Molina, un showman y comunicador, Carles Flavià, y Manel Pousa, el Pare Manel, el cura benefactor de los marginados.

Todos perfilan, en blanco y negro, un recuerdo, según Huerga, «tierno y cariñoso, pero incluso gamberro; también hablan mal de él con buen rollo». No lo hay en el inicio del documental que el director quiso que se abriera con el terremoto que provocó en cabezas rancias las palabras de Rubianes, soeces como era su norma, sobre la unidad de España en una entrevista en TV-3 con Albert Om en el 2006. «Quería que se recordara enseguida cómo acabó, cómo fueron esos últimos tiempos, toda la metralla. Y luego un flashback. No quería acabar con mal rollo».

EL LADO HUMANO / Esa polémica lleva a Bozzo a decir: «La historia de España lo mató». Y Flavià añade: «Le declaró la guerra a nueve millones de tíos». El propio Bozzo, moderador involuntario, pasa al terreno más humano cuando le pide a Lucila que explique cómo se enamoraron. Así recuerda cómo le conoció en 1972 en Madrid cuando ella tenía 18 años, «y Pepe vivía entre Madrid y Fuente Vaqueros, con su trabajo sobre Lorca». El noviazgo fue breve. «A los nueve meses nos casamos, por lo civil, para que lo llegó a apostatar». Lucila también apunta que Rubianes, licenciado en filosofía, quería ser entonces profesor, no actor. «Gracias a Joan Ollé [el primer director de Dagoll Dagom] se dedicó al teatro».

Es Bozzo el que habla de sus inicios en 1977 con No hablaré en clase, la tercera obra de Dagoll Dagom. Antes en 1968 se cruzaron, sin que Bozzo lo supiera, con un recital poético de Rubianes alrededor de la pasión de Cristo. El documental incluye una animación original sobre el número de Rubianes con la firma y el sello de Óscar Nebreda. «Teníamos el corte de audio y lo ha hecho expresamente para la película», afirma Huerga.

DE VIAJES Y DESPEDIDAS / El documental prosigue con su viaje a Cuba en 1980, tras dejar Dagoll Dagom, donde descubrió el género del monólogo. A partir de ahí se suceden recuerdos sobre su capacidad para improvisar, para inventar historias, sus viajes, su idilio con África... «Me siento liberado de mí mismo. Aquí no soy actor», dice el protagonista. Y sus últimos días. Bozzo: «Recuerdo mucho una mirada... Era de despedida». Serrat: «Él creía que podía ganar al cáncer. De abril a Navidad estaba collonut». Y todos brindan por un hombre que quería un epitafio de los suyos: «Que os den..». Es el cartel de Pepe & Rubianes. Cómo no.