'Marte: (The martian)', un plácido naufragio

La razón de ser de una historia de supervivencia es hacernos dudar de si el protagonista saldrá airoso. Maticemos: nadie en Hollywood se gastaría el dinero en un blockbuster sobre un héroe solitario que al final acaba perdiendo la vida. Pero en Náufrago (2000), aunque en todo momento sabemos que Tom Hanks será rescatado, nos preguntamos cuánto quedará de él cuando eso suceda.

Matt Damon, el protagonista de Marte: (The martian), en cambio, resuelve problemas imposibles de botánica, física, geometría, cartografía, ingeniería y hasta cirugía y en el proceso no solo ni se despeina sino que, dados la soltura y el humor que despliega, más bien parece estar en el plató de Bricomanía que perdido en el planeta rojo.

Está claro que Ridley Scott quiere tomarse la situación con humor, quitarle al espacio exterior toda la pompa de la que Insterstellar le dotó. Pero, como resultado, el astronauta Matt Damon asume su situación con tanto optimismo que ninguna de sus desventuras genera tensión. Asimismo, su capacidad para no sufrir una sola crisis hace que Marte tenga la misma hondura psicológica de esos viejos sketches de Tricicle situados en una isla desierta.

PUBLICIDAD DE LA NASA / Como resultado, la película no tiene nada que decir sobre nuestro lugar en el cosmos, o la fragilidad de nuestro cuerpo, o la magnitud y el misterio del espacio, o si es ético gastar miles de millones de dólares en salvar a un astronauta en lugar de para salvar a muchos miles de personas aquí abajo, en el planeta Tierra. Se contenta con recordarnos lo mucho que el trabajo conjunto de personas inteligentes puede lograr, y con hacerle buena publicidad a la agencia espacial estadounidense, la NASA. Y mientras tanto resulta increíblemente entretenida, la película más disfrutable de Ridley Scott en años incluso si, en realidad, nunca llega a ser más relevante que un episodio de MacGyver.