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El lobo de Wall Street La aceleración como estilo

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Si alguien podía tener la sensación de que hay un Scorsese, con Robert De Niro, y otro Scorsese, con Leonardo DiCaprio, El lobo de Wall Street demuestra que hay siempre un mismo director sea quien sea la estrella que encabeza el reparto. El último filme de Scorsese es algo así como una reedición de Casino substituyendo gánsteres por otro tipo de mafiosos, los brókers sin escrúpulos. Lo es en todos los sentidos: tono visual, estilo de montaje, fragmentación, aceleración, digresiones, formas interpretativas y, por supuesto, un similar retrato de las capas más oscuras, pero intermitentemente triunfadoras, de la sociedad capitalista.

El lobo de Wall Street es speed cinematográfico tal como lo entiende el director de Taxi driver. Menos denso que en los 70, a veces superado por su fórmula-estilo, y también agotador. Pero se trata de eso, de tensar al espectador porque los personajes son agotadores y nada empáticos, no el metraje: tres horas que pasan como una exhalación.

Pueden cuestionarse algunas decisiones desde un punto de vista ético (aunque no criticar el filme diciendo que defiende a estospersonajes), pero Scorsese filma la locura, el ritmo frenético de unas vidas aceleradas en presente y sin futuro, con la pulsión de un joven cineasta independiente que sabe servirse de los lujos de Hollywood. Agotador, a veces hedonista a su pesar, siempre muy coherente. Q. CASAS

Martin Scorsese