VIKING FESTIVAL

El explorador tranquilo

El sueco Jay-Jay Johanson avanza piezas de su nuevo disco, 'Opium', en el Auditori, dentro del Viking Festival

El cantante y compositor sueco Jay Jay Johanson.

El cantante y compositor sueco Jay Jay Johanson.

MARTA CERVERA
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Han pasado casi 20 años desde que el cantante y compostor sueco Jay-Jay Johanson (Trollhättan, 1969) se diera a conocer con Wiskey. El artista, autor de canciones tan melancólicas como hipnóticas, repasará su carrera este viernes en el Auditori invitado por el Viking Festival. Johanson aprovechará para poner a prueba algunas de las melodías de su décimo álbum de estudio, 'Opium', que aparecerá en junio. «Hasta ahora solo he cambiado una vez de estilo para pasarme a algo más electrónico. Pero no ha habido grandes cambios en mi música y ya soy demasiado mayor para cambiar drásticamente. Prefiero esforzarme en hacer cada vez más interesante aquello que sé hacer», afirma este multinstrumentista que disfruta escuchando desde clásicos como Brian Eno y Ryuichi Sakamoto hasta Lana del Rey, Joey Essex, James Blake y grupos 'underground' ingleses.

Su nuevo trabajo no distará mucho del anterior, 'Cockroach'. «Las canciones serán directas, como suelo hacer, aunque tal vez un poco más simpáticas», avanza. Y reconoce que su vida personal -se ha casado y tiene un hijo - se ha colado en sus canciones, tan honestas y personales como siempre. «Hay un parecido entre mi nuevo álbum y mis dos primeros discos. Después fueron más depresivos y oscuros. Ojo, este también tiene algo de esto, pero no tanto».Johanson alucina con la atracción que genera en países como Rusia, México o Brasil. «Nunca pensé que mi última gira durara tanto. Tuve mucho éxito en los años 90 y pensé que a bajaría en algún momento, pero va a más. Me divierte pensar que, sin haber creído nunca que podría vivir 20 años de la música, ahora veo posible seguir así otros 20 más».

El camino no ha sido fácil. Aparcó la música tras su primer año en el conservatorio. Luego estudió arquitectura cuatro años y, «harto de reglas», se matriculó en arte. «El arte alimentó mi creatividad», admite. «Allí por fin me sentí libre para explorar con cualquier tipo de expresión y empecé a mejorar como compositor».Al acabar, el ejecutivo de una discográfica le vió tocar en la fiesta y le fichó. Su faceta artística ha imprimido carácter a todo: portadas de los discos, carteles y videoclips... «Mi estilo es minimalista, no me van los shows con laser», reconoce este hombre delgado que canta sin estridencias. Chet Baker es su ídolo. «Le vi actuar de joven. Yo entonces pensaba que para subir a un escenario había que ser extrovertido y tener una actitud como Kiss o Ozzy Osbourne. Pero él salió, se apartó de los focos y desde la penumbra nos envolvió con su voz cantando como en susurros, de forma tranquila, triste, suave», recuerda. «Tenía una sensiblididad única».