MÚSICA PARA UN PARTIDO

El himno de Ultravox

Vox, el partido ultra de Santiago Abascal, podría evitar patinazos musicales si conociera al inquieto grupo de los 70 y 80, solo nominalmente cercano

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Luis Troquel

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Si tecleas en un buscador las palabras 'ultra' y 'Vox' aparecen infinidad de recientes entradas. Hasta el pasado domingo la ultraderacha española respondía al dicho gallego: "Haberla hayla, lo difícil es dar con ella". Al menos de manera explícita. Pero ahora las cartas están sobre la mesa. Lo del partido Vox en Vistalegre fue un pantallazo en toda regla; aunque patinaron en la banda sonora.

Antológica ha sido la irónica reacción de Coque Malla sobre el uso de una canción suya. Mucho se ha hablado también de la utilización de la tonada revolucionaria de ‘Los Miserables’ o la reconversión españolizada de ‘Go West’. Y puestos a rizar el rizo, cabría recordar que ‘Y viva España’ la compusieron dos ¡¡belgas!! con letra en neerlandés flamenco. Por ello, en el próximo mitin, igual deberían plantearse ir directos al grano y picotear del añejo repertorio de Ultravox.

Grupo de culto a finales 70 y con notables éxitos en la primera mitad de los 80, los británicos Ultravox se anticiparon a su tiempo y dejaron un buen número de excelentes canciones para la historia. Aunque esta parece haberse olvidado de ellos.

Acunados en la escena glam, varios de sus componentes ya habían coincidido en efímeras bandas cuando se constituyeron como Ultravox en 1976. El mismo año que, mira por dónde, venía al mundo Santiago Abascal Conde. Presidente de Vox y nuevo rostro político con cierto aire a Sandokán. O más concretamente, al actor indio que en una serie, también de 1976, lo encarnaba: Kabir Bedi. Causó tal impacto en España que, en una visita promocional, puso pies en polvorosa perseguido por hordas de fans gritando: “¡Queremos un hijo tuyo!”

El primer álbum de Ultravox coincidió con el apogeo del punk, movimiento al que se acercaron solo tangencialmente. Acto seguido, con piezas tan excelsas como ‘Hiroshima mon amour’ fueron avanzadilla de la explosión tecno-pop. Su primera y más inquieta etapa liderada por John Foxx acabó en 1979 para iniciar otra mucho más exitosa con la entrada de Midge Ure, quien disolvió el grupo en 1987 tras el fracaso del disco ‘U-Vox’. El eterno segundo de abordo, Billy Currie, resucitó brevemente la marca en los 90, aunque Ure no volvería hasta una mucho más reciente gira de reunificación.

Estética nazi y pop

Su nombre nunca tuvo la connotación que adquiere ahora. Y eso que en aquella época, coquetear con la estética nazi adquirió rango de provocadora travesura pop. Con actos desprovistos de cualquier ideología pero que serían impensables hoy. Desde las esvásticas que lucían los punkies a nombres como Spandau Ballet, Joy Division o New Order. O como a cuando David Bowie le dio por alabar el fascismo y decir que Hitler fue “una de las primeras estrellas del rock”.

En su época más épica, Ultravox deparó estribillos para alentar a las masas, como ‘The voice’, ‘Dancing with tears in my eyes’ o el titulado simplemente ‘Hymn’. Aunque su verdadero himno, más recogido y sentido, será siempre ‘Vienna’; ciudad en la que por cierto hoy campa como en pocas la ultraderecha.   

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