reaparición de un ídolo en barcelona tras cinco años

El eterno Luis Miguel

El artista mexicano se mostró entusiasta pese a no llenar el Sant Jordi

El artista mexicano Luis Miguel, el pasado jueves en Barcelona, en el Palau Sant Jordi.

El artista mexicano Luis Miguel, el pasado jueves en Barcelona, en el Palau Sant Jordi.

LUIS TROQUEL
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cualquier movimiento de Luis Miguel desprende una opaca aureola. Como un astro incandescente gravitando entre nebulosas y abismales agujeros negros. Pero el pasado jueves aterrizaba en Barcelona precedido de una accidental pirueta. Era su reaparición tras la aparatosa y enigmática caída que sufrió cuatro días antes en Sevilla. Y aunque entonces se reincorporó para concluir el concierto, la sombra de la duda no se esfumó hasta verle entrar en tromba al ritmo de la canción con que solía cerrar,Te propongo esta noche. Tras dos energéticas piezas más, preguntó al público: «¿Qué tal están?», para acto seguido despachar un decidido: «Yo también muy bien, muchas gracias».

Y no dejó de demostrarlo durante la hora y tres cuartos de intensa actuación. A pesar de llevar cinco años sin girar ni casi dejarse ver por España (o quizás debido a ello), apenas llenó dos tercios de ese Palau Sant Jordi que en tantas ocasiones había abarrotado. Eso no enfrió a una fervorsa audiencia que, con acumulado síndrome de abstinencia, ondeaba pancartas en las que se leía la leyendaAdictos a Luis Miguel.

El artista mexicano correspondió el entusiasmo. A momentos rompió el mito de su distante hermetismo acercándose como nunca a las primeras filas. Y abordó de más libérrimo modo su sempiterno repertorio: desfigurando su ya de por sí precipitado fraseo y deparando momentos tan memorables como eltour de force vocal con que transformóLa incondicional. Por cierto, una de las poquísimas baladas de un concierto en el que sí hubieron muchos boleros y, todavía más, trepidante y elegante funky pop de acento azteca.

Tampoco faltaron sus festivas versiones de Dusty Springfield y los Jackson Five, entre más alusiones que nunca a su otrora olvidada etapa de niño prodigio. Con 42 años recién cumplidos, obvió casi toda su producción reciente. Nada de su etapa decomplicidadcon Manuel Alejandro ni del charroMéxico en la piel. Y eso que al principio, en uno de sus pocos (aunque muy cordiales) parlamentos, dijo que cantaría rancheras. Algo casi insólito en sus giras españolas. Puso pues la miel en los labios al respetable, y cuando tras el primer bis parecía que por fin llegaban, se despidió con la funkLabios de mielde su último disco; del que solo había presentado dos piezas más.