Espejo negro

Todos tenemos un espejo negro que nos refleja y satisface nuestra vanidad. Es un espejo que siempre había estado en el salón, frente al sofá, pero nos gusta tanto que desde hace unos años lo llevamos a cuestas. Se ilumina por dentro, para que podamos verlo todo más claro, aunque para disimular lo llamamos pantalla. La pantalla negra del televisor, del móvil, del ordenador… El autor de este juego con aires deBallard, obvio pero eficaz, esCharlie Brooker, articulista deThe Guardian,crítico de televisión y uno de los guionistas más curiosos de la actualidad. Lo demostró hace un par de años conDead set:muerte en directo, esa serie que mezclaba a los zombis con la casa de Gran hermano, y lo ha hecho de nuevo con Black mirror, una serie emitida por Channel 4 y que ya está en DVD en el mercado británico.

Detrás de esteEspejo negrose reúnen tres episodios independientes que tratan de la influencia del mundo digital en nuestra vida cotidiana. Son historias con un elemento de sorpresa y fabulación propio de losRelatos de lo inesperado,deRoald Dahl,o los cuentos deRay Bradbury,por citar dos maestros del género, pero pasados por el tamiz deOrwellyBallard, o la realidad como pesadilla.

El primer episodio, por ejemplo, tituladoEl himno nacional,plantea con humor un dilema moral y obsceno. Una joven aristócrata, famosa por sus acciones humanitarias, es secuestrada y torturada. El secuestrador cuelga un video en Youtube en el que se ve a la chica leyendo las condiciones para su liberación: dentro de unas horas, el primer ministro británico deberá aparecer por televisión, en directo, manteniendo relaciones sexuales con un cerdo. De lo contrario, la chica morirá. La intriga está servida: ¿lo hará o no lo hará?

La primera reacción del dirigente es decir que no al chantaje, ni pensarlo, pero sus consejeros le recuerdan que se acercan elecciones…, y si la chica es sacrificada…, su popularidad caería por los suelos… No desvelaremos el final del espisodio. Si quieren saberlo, acérquense al espejo negro y miren dentro. Lo que verán no siempre es agradable.