Jaume Arnella, la magia del 'envelat'

El músico Jaume Arnella.

El músico Jaume Arnella. / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Jaume Arnella lleva cinco décadas recordándonos que antes del pop y el rock anglosajones hubo una vida musical autóctona, rica y con fuerte implantación popular. Ese fue el espíritu que alumbró el nacimiento, en 1981, de la Orquestrina Galana, una formación encaminada a plantar cara, casi nada, a la hegemonía musical anglosajona. “Ellos nos querían imponer sus criterios pero aquí teníamos otros, una gran tradición de ‘ball d’envelat’, ochocentista, que se habría perdido si sucumbíamos ante el bombardeo de las grandes discográficas”, explica el cantante y guitarrista, integrante, a finales de los 60, del Grup de Folk.

La Orquestrina Galana renace este viernes, por una noche, con un concierto en el CAT (22.30 horas) que pondrá el pórtico a la 29º edición del Festival Folk Internacional Tradicionàrius. Lucirá su formación clásica, con Marcel Casellas, Alfons Rojo, Francesc Alpiste, Rafel Sala Ferran Martínez y Toni Oró, un equipo ante el cual Arnella parece sentirse poca cosa. “Ellos son músicos, mientras que yo hago lo que puedo. Mi papel en la Orquestrina era conectar con el público, enrollándome y siendo simpático”, explica con humildad. “Yo hago unas melodiítas de cantautor que pueden estar bien. Un músico, cuando sube al escenario, lo primero que hace es afinar, y el cantautor, sonreír”.

GUIÑO A LOS HERMANOS MARX

Pero Arnella aportó cuerpo teórico a la orquesta, que desarrolló un repertorio de amplia gama (en sus cuatro discos hay valses, boleros, tangos, ragtime, ¡y hasta un rock!) y dejándose inspirar por el compositor, catalán del norte, Max Havart, que “tenía una cobla con la que tocaba toda clase de música de baile sin renunciar al sonido de la formación”.

El título del concierto en el CAT, ‘Ball amable’, corresponde al segundo de aquellos álbumes, publicado en 1983, que incluía canciones populares, como ‘El gitano’, composiciones propias y la adaptación de ‘Who’s sorry now?’, pieza norteamericana, de 1923, “que los hermanos Marx cantaban en ‘Una noche en Casablanca’” y que convirtieron en ‘Qui està ara trist?’. “Es muy sarcástica: el protagonista le recuerda a alguien que antes se sentía mal mientras él le hacía ‘botifarra’, y ahora es al revés”.

La Galana alternó la fiesta mayor y el recital de sala, el baile y el concierto, llevando consigo instrumentos de cuerda y viento y un piano de pared (“que llevábamos de un sitio a otro”) y se salió con la suya, asegura Arnella, atrayendo a un público nuevo a sus ensaladas de ritmos. “Y eso que rivalizábamos con orquestas muy poderosas, que tocaban con equipos de sonido muy contundentes”, recuerda. La amplificación, estima, “es un problema para la música”. Ellos la evitaban en algunos instrumentos, como la mandolina, con lo cual tocaban a un volumen más bajo.

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La vocación de la música popular es, por definición, llegar a cuanto más público mejor, llenar salas y plazas, y Arnella se sintió satisfecho viendo que “la gente joven se hacía suyo ese repertorio, bailando, saltando y relacionándose con él de un modo nuevo”, pero, al mismo tiempo, la sensibilidad sonora del grupo creó fricciones con su propio crecimiento. “A medida que vas teniendo éxito, el escenario va subiendo: un metro, metro y medio, dos metros… Vas gastando más en luces y sonido: 1.000 vatios, 2.000… Y, aparte de que te sientes como si ya trabajaras para la casa Yamaha, eso te impone otro tono al dirigirte al público, gritando más y condensando los mensajes: ‘benvinguts!!!, com aneu???’. Y a mí lo que me apetecía era contar historias y hacerlo de tú a tú”, explica.

RUMBO EN SOLITARIO

Tras ‘No trencaràs el son dels càtars’ (1986), disco que incluía la primera versión de su ‘Romanço de Quico Sabaté’, dedicado al célebre maqui, se distanció de la orquesta y emprendió, con ‘Carregat de romanços’ (1987), un rumbo en solitario hasta la actualidad. No hace mucho, en el 2014, lanzó su último trabajo, ‘Les sabates d’en Jaume’, autoeditado e inspirado en el libro de poemas homónimo de Adrià Gual i Lloberes, superviviente de la ‘quinta del biberón’ (uno de cuyos textos se convirtió en la clásica canción ‘Paisatge de l’Ebre’, de Teresa Rebull).

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Los cambios de proyecto y acompañantes caracterizan la trayectoria de Arnella. “Me debe de costar trabajar en grupo. Después de la Galana cogí una maleta y me dije: ‘lo que quepa lo cojo y, lo que no, queda fuera’”, reflexiona este músico al que Xavier Baró calificó hace un tiempo en este diario como “más importante que los Rolling Stones”. Arnella sonríe, un poco abrumado. “Bueno, bueno… La admiración es mutua: Baró fue desnudando su música, llegando al fondo para volver a crecer. ‘¡Das miedo!’, le dije. Esos discos, como ‘La màgica olivera’, son muy brillantes”, opina.

El realizador Agustí Corominas está elaborando un documental sobre su vida, ‘Jaume Arnella, el joglar’, mientras él sigue planeando nuevas grabaciones que edita por su cuenta sin que le quite demasiado el sueño la repercusión pública que puedan tener. “Tengo 72 años y estas cosas ya me importan poco”.

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