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Desastre tras la avalancha Fuerza mayor

Desastre tras la avalancha Fuerza mayor_MEDIA_2

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Ruben Östlund

En su anterior y celebrado largometraje, Play (2011), el cineasta sueco Ruben Östulund relató la historia real de unos niños de raza negra, inmigrantes, dedicados a robar a otros muchachos empleando una intimidación agresiva. En Fuerza mayor parte de una situación límite, bien distinta, para mostrar otro universo humano que se descompone irremediablemente. Aquí no es la violencia física, los golpes y robos, sino las reacciones de una serie de personajes ante una situación peligrosa, una avalancha en unas pistas alpinas de esquí.

El peligro no llega a materializarse, pues la avalancha se detiene cerca del restaurante donde están almorzando los protagonistas. Pero lo que queda es el gesto de uno de ellos, un acto de debilidad que tendrá repercusiones aún más graves que el propio alud: cuando una mujer pide ayuda a su marido para salvar a sus hijos, descubre que el esposo ha preferido salvarse él mismo dejando atrás a su familia.

El daño está hecho, la desazón y la crisis familiar son irreparables. Östlund, uno de los muchos cronistas cinematográficos actuales de los males de Europa, navega a veces por aguas cercanas a los austriacos Michael Haneke y Ulrich Seidl, aunque estos son más violentos y Östlund resulta casi siempre más irónico y sutil.

El despliegue visual es notable en esta cinta en la que rostros y paisajes tienen a veces idéntica importancia. Sin parecerse a Ingmar Bergman, el gran referente sueco, Östlund nos da momentos de similar belleza, el mismo poder de la imagen. QUIM CASAS