La antesala de los galardones de la Academia

Si aparentes sorpresas

QUIM CASAS

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Aunque algunos años han estado a punto de robarles buena parte de su protagonismo a los premios Oscar, los Globos de Oro no tienen el mismo calado popular. Pero sí ejercen de barómetro de por dónde pueden ir los tiros en la ceremonia de los Oscar, además de tener personalidad propia (la ceremonia es menos encorsetada) y alguna que otra apuesta más arriesgada.

Algunos premios de este año estaban cantados, como posiblemente lo estarán también de aquí unas semanas en la entrega de los Oscar. Por ejemplo el de Matthew McConaughey, excelente en Dallas Buyers Club como excelente está en su breve papel en El lobo de Washington y en Magic MiikeMud Killer Joe. Un actor en plena segunda (aunque cascada) juventud. Lo mismo para Alfonso Cuarón por su contribución más técnica que artística: Gravity es la nueva quintaesencia del cine en 3D.

Di Caprio también apuesta fuerte cuando se pone a las órdenes de Martin Scorsese. Y Cate Blanchett, aunque por su trabajo en Blue Jasmine debería darle las gracias eternamente a la Gena Rowlands de otro filme de Woody Allen, Otra mujer, en el que sin duda alguna se ha inspirado.

Ya está servida la pugna entre 12 años de esclavitud (una película sobre la esclavitud en EEUU) y La gran estafa americana (su galardonada actriz, Jennifer Lawrence, ya ganó el Globo de Oro y el Oscar el pasado año por otra cinta del mismo director, El lado bueno de las cosas). Pero en los Oscar no hay doble categoría y la balanza puede decantarse tanto de un lado como del otro.