Relevo en Cuba

Raúl Castro presidirá Cuba con los consejos de su hermano Fidel

HUGO LUIS SÁNCHEZ
LA HABANA

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Sin sorpresas. Raúl Castro, de 76 años, es el nuevo jefe del Estado y del Gobierno de Cuba, y su hermano mayor, Fidel, de 81, el gran consultor para los asuntos clave, según acordó ayer por unanimidad la Asamblea Nacional cubana en la inauguración de la VII Legislatura.

Fidel, además, siguió siendo identificado como comandante en jefe por el propio Raúl en el discurso que leyó ante los diputados, a pesar de que el octogenario estadista había anunciado que no aceptaría continuar desempeñando esa función. "El comandante en jefe es uno solo, Fidel; Fidel es Fidel, todos lo sabemos bien, es insustituible", enfatizó Raúl en su intervención, en la que constantemente citó a su hermano y pidió permiso a la Asamblea para seguirle "consultando" las "decisiones de especial trascendencia", sobre todo las ligadas a la defensa, la política exterior y el desarrollo socioeconómico.

CONTINUIDAD

Pese a las especulaciones que apuntaban a que los cargos de jefe del Estado y del Gobierno podían ser ocupados por personas diferentes, Raúl volvió a ser investido de ambas responsabilidades, como siempre ocurriera con Fidel desde la constitución del primer Parlamento de la era revolucionaria, en el año 1976.

El resto de los nombramientos siguieron asimismo una línea inequívocamente continuista. El nuevo primer vicepresidente del Consejo de Estado --es decir, en principio, el número dos del régimen-- es José Ramón Machado, de 77 años, veterano de Sierra Maestra y considerado un dirigente de la línea dura. No hubo en cambio promoción visible para Carlos Lage, de 56 años, cuyo nombre se había barajado como principal candidato a primer ministro si se hubiera creado el cargo, y que seguirá siendo uno de los seis vicepresidentes. Los diputados reeligieron además a Ricardo Alarcón, de 70 años, al frente de la Asamblea Nacional por otro quinquenio.

Sin embargo, aunque fuera entre líneas, sí dejó entrever Raúl Castro en su discurso lo que parece que puede ser otro estilo de gobierno, al centrar sus palabras no en la política internacional --en la que no hubo novedades-- sino en la economía: "El país tendrá como prioridad satisfacer las necesidades básicas de la población, tanto materiales como espirituales", afirmó. Además, anunció para "las próximas semanas" el levantamiento de ciertas restricciones, sin precisar cuáles, para evitar "nuevas desigualdades en un momento de penuria generalizada".

MENOS BUROCRACIA

Si bien llamó a la institucionalización, el nuevo presidente también abogó por la descentralización de las decisiones y la búsqueda de iniciativas locales, y por el diálogo como vía de desarrollo. Asimismo, adelantó que es necesario reducir el aparato administrativo del Estado, aquejado de inoperancia y exceso de burocracia.

Este análisis de Raúl, vestido de civil, anticipa lo que se piensa en la isla que será su administración, volcada en resolver las más graves necesidades de la población. Sobre el peso cubano, el nuevo presidente anunció que el Gobierno estudia una "progresiva, gradual y prudente" revaluación. En Cuba coexisten dos pesos: uno convertible en divisas y el otro, con el que se paga a los cubanos, que vale 24 veces menos. También hubo referencias al sistema salarial, los precios minoristas, las gratuidades y los subsidios, de los que dijo que algunos son "irracionales e insostenibles".

Hay dos símbolos que no deben pasar por alto. El primero, que los diputados del Parlamento instaurado ayer tienen una media de edad de 49 años, los mismos que tiene de vida la revolución, en el poder desde enero de 1959. El otro, que la Asamblea abrió sus sesiones cuando el país conmemora el Grito de Baire, con el que los mambises iniciaron en 1895 la lucha que culminó con la independencia de Cuba. Un periodo conocido como la Guerra Necesaria.

Raúl, aludiendo al pasado, enfatizó: "No debemos creer que lo que hemos hecho es perfecto". Y llamó a todos a ser pacientes.