EL PROCESO DE CREACIÓN DE UNA OBRA COLECTIVA

De los píxeles a la cerámica

El mural se compondrá de 5.250 piezas y tendrá una doble lectura: de cerca y de lejos

M. T. / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando el fotógrafo Joan Fontcuberta tenga en su poder todas las imágenes enviadas por los lectores de EL PERIÓDICO --se pueden mandar hasta el 16 de febrero- y almacenadas en un banco de imágenes, empezará el proceso para convertirlas en la obra de cerámica que se instalará en Barcelona. El artista usará para ello un programa de fotomosaico digital. «A partir de una imagen-modelo, en este caso un primer plano de un beso, el programa fragmenta la imagen de partida en un número discrecional de celdillas. Después se sustituye cada celdilla por una imagen procedente del banco de imágenes. El resultado es una retícula gráficamente aproximada del original», comenta Fontcuberta.

Pero, ¿cómo se sabrá dónde colocar cada imagen para que, de lejos, pueda verse la imagen del beso? «El criterio de sustitución se basa en la similitud de los valores del histograma (densidad y tono cromático) del fragmento gráfico que se va a sustituir con los de las fotografías disponibles. A menor tamaño de las celdillas y mayor correspondencia de estos valores, mejor calidad final en la apariencia de nitidez», explica. Por eso las fotos deben ser en color.

Repertorio amplio de fotos

La calidad del fotomosaico Viure Lliure dependerá también del número de fotos que se reciban. «Cuantas más imágenes, más calidad gráfica, porque el programa tendrá un repertorio más amplio de donde elegir las fotos idóneas. Calculo que el mosaico tendrá 5.250 piezas, por lo que lo ideal sería disponer de unas 25.000 imágenes», cuenta el artista.

Esta no es la primera vez que Fontcuberta usa este programa para crear un fotomosaico. «Es el mismo que apliqué en mi serie Googlegramas. La diferencia es que, esta vez, el banco de imágenes a partir del cual se trabaja está formado por las fotos que aporten los lectores del diario», puntualiza. En los famosos Googlegramas, el artista creaba  fotomosaicos a partir de imágenes que había obtenido buscando en la red utilizando palabras clave.

Una vez asignada una foto a cada una de las celdillas, estas se imprimirán sobre losetas de cerámica. Para ello, se utilizan plotters que en vez de usar tinta convencional emplean pigmentos y polvo de esmalte cerámico. Con esta técnica se preparan unas calcomanías vitrificables que, más tarde, se transferirán y se ajustarán sobre losetas de gres. El último paso será hornearlas a alta temperatura.«Esta técnica reproduce el color con mucha fidelidad y la imagen fotográfica que se obtiene es la más resistente que se conoce en condiciones exteriores. Soporta muy bien el sol, la lluvia o el hielo», dice Fontcuberta.

La producción material del proyecto la llevará a cabo el Taller de Cerámica Cumella. «Tienen una experiencia internacional colaborando con prestigiosos arquitectos y yo ya realicé con ellos un proyecto similiar, aunque de menor envergadura», explica Fontcuberta. El artista se refiere a la creación del fotomosaico que llevó a cabo en el pueblo de Sajazarra, en La Rioja.

El fotógrafo calcula que todo el proceso puede llevar dos meses de trabajo, más una o dos semanas para el montaje.«El resultado de un fotomosaico tiene dos niveles de percepción según lo observemos de lejos (con el conjunto de todas las imágenes) o de cerca (cada celdilla); de lejos identificamos la imagen original, pero de cerca descubrimos la rejilla de fotos minúsculas que compone el mosaico», hace notar el fotógrafo. «El mosaico, como sistema de representación, es un claro precedente de la imagen digital, ya que su estructura gráfica es similar: solo hay que cambiar las teselas por píxeles», añade.