La movilidad

Las protestas por el precio del bus y el metro apenas salpican la feria

Un convoy de Ferrocarrils de la Generalitat, parado por una acción de la plataforma Stop Pujades, ayer por la mañana en plaza de España.

Un convoy de Ferrocarrils de la Generalitat, parado por una acción de la plataforma Stop Pujades, ayer por la mañana en plaza de España.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / Barcelona

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El día de la boda, el de la cesarea programada, el de la firma de un contrato importante. Ayer era una jornada que Barcelona, sobre todo sus autoridades, llevaba tiempo esperando. Y como sucede con todas las fechas señaladas, los nervios podían mascarse porque todo tenía que ser perfecto a pesar de los imprevistos, como la movilidad, el tráfico o las protestas que cortaron el metro. Todo debía salir a pedir de boca de los organizadores del Mobile World Congress, la feria tecnológica más importante del mundo cuyo contrato con la ciudad vence en el 2018.

Las cosas fueron bien. A pesar de que los lunes son conocidos por su circulación más densa y sus ciudadanos más flemáticos, el entorno de Fira Gran Via dibujó cierta fluidez, agilizada por el ademán incluso gracioso de decenas de agentes de las policías locales de Barcelona y L'Hospitalet. Todavía sin línea 9 de metro -John Hoffman, organizador del evento, lleva varios años urgiendo a que se acabe de perforar el trazado- los Ferrocarrils se llevan estos días buena parte del pastel del transporte, amén de los taxis y de centenares de coches de lujo y furgonetas a sueldo de grandes multinacionales que aparcan en la trastienda de la feria de manera tan desordenada como impune.

La manifestación de Stop Pujades -la décima en dos meses- cortó el subterráneo durante 30 minutos a primera hora de la mañana. La circulación de convoys se normalizó, pero los indignados por el tarifazo trasladaron su descontento a la superficie, cortando Gran Via durante los 40 minutos que emplearon en ir de plaza de Espanya a Cerdà. Esta protesta se unió a las puertas del recinto con la de trabajadores de Telefónica y de Panrico, así como con iaioflautas y bomberos de la Generalitat, «hartos de los recortes del Govern».

Lluís Rabell, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, explicaba entre petardo y petardo que la Autoridad del Transporte Metropolitano tiene a bien recibir el miércoles a las asociaciones que no comulgan con la política pública en materia de transporte colectivo. «Mientras no abandonen esta postura neoliberal de que el usuario debe pagar el 50% del precio del billete, no hay nada de qué hablar», detalló. Actualmente, el viajero colabora con cerca del 43% del abono, pero lo que realmente ha escocido es el encarecimiento de entre un 5% y un 8% de los títulos más utilizados, la T-10 y la T-50/30.

PRECIO A MEDIDA / Carla Lerele, miembro de Stop Pujades, cree que la Administración les planteará una «mesa social para hablar sobre tarifas hechas a medidas para según qué colectivos». Pero eso solo pasará si el miércoles acuden a la reunión. Eso es algo que no han decidido todavía, pues hay quien reclama antes que se anulen unos precios que multiplican casi por 20 el IPC del 2013.

Por la tarde llegó el plato fuerte de las protestas, con actos en 55 estaciones del área metropolitana. TMB volvió a abrir las puertas para evitar incidente y los viajeros pudieron acceder al metro sin pagar. Unos 400 manifestantes cortaron el paseo de Gràcia, en su cruce con Aragó, sobre las 20 horas y ascendieron hasta la Diagonal. No se esperan más movilizaciones hasta el miércoles, cuando la ATM insistirá en el peligro de estas protestas para la ciudad.